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no. 68
noviembre - diciembre 2010

 

 

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Carta del editor

En diversas culturas se repite la concepción de la naturaleza como un ente vivo. Nuestra Pachamama es solo un ejemplo. Estas deidades han sido integradoras de todo lo existente, manifestando en su ser las infinitas interrelaciones que conforman el mundo. La creencia en la divinidad o, al menos, organicidad de la Tierra, ha imbuido las relaciones entre sociedad y naturaleza de empatía o temor, o de ambos a la vez. De ahí los tabúes y comportamientos que, sin romantizarlos como inherentemente armónicos, han fomentado límites en el comercio entre los humanos y el cosmos.

La implantación de la racionalidad moderna en el entramado social –desencantamiento, la llama Max Weber– distanció a la humanidad de la naturaleza. El hombre devino sujeto, por un lado, y la naturaleza objeto de su conocimiento y dominación. Una realidad objetiva, fragmentada por las distintas disciplinas del saber científico, relegó a la visión de un todo complejo y subyugante del quehacer humano.

Tras la crisis ambiental actual, la propia ciencia busca paradigmas integradores que entiendan las complejas interconexiones que gobiernan el mundo. Uno de ellos es la teoría de Gaia, desarrollada por el químico inglés James Lovelock. Su tesis central es que la Tierra es un organismo con mecanismos de retroalimentación que estabilizan el sistema. Esta visión tiene importantes implicaciones cuando estudiamos fenómenos como el calentamiento global, como nos lo cuenta Daniel Orellana en su interesante artículo.

Los proponentes de Gaia creen que, si no es ya demasiado tarde, nos queda poco tiempo para revertir los efectos de nuestra actividad desenfrenada. Las acciones que tomemos deben ser drásticas e inmediatas. Les presentamos tres iniciativas quiteñas que contribuyen a este urgente esfuerzo. Son ideas para acercarnos a una movilidad inteligente, más amable con los ciudadanos y el planeta.

Por último, Ivan Kashinsky, con la despierta mirada a que nos tiene acostumbrados, nos trae imágenes de un entrañable rincón de nuestra tierra: Guaranda. En fin, un número para disfrutar y pensar, que las dos cosas no tienen por qué ser excluyentes.

 

Correo

* Este es un espacio de diálogo. Envía tus opiniones o noticias a ecuadorterraincognita@yahoo.com. Por espacio o claridad, las cartas pueden ser editadas.

La bicicleta no es el pasado

Me animo a replicar la carta del amigo lector, Rodrigo Vidal, para quien las dos opciones que existen son “1) vamos al pasado y desplacémonos en bicicleta; 2) vamos al futuro, eliminemos los contaminantes y corrijamos las causas de los embotellamientos” (Correo, ETI 67). Al mismo tiempo, se define como “ambientalista como el que más”. Nada personal, pero me ha sorprendido semejante visión. La sola concepción de que la bicicleta es cosa del pasado ya denota un prejuicio fuerte de lo que es el “progreso”. Si esta visión fuera compartida por sociedades como la holandesa, la danesa u otras similares, todas ellas tendrían ciudades más congestionadas y menos humanas que las que tienen. Lamentablemente, y no sé si por otro prejuicio cultural nuestro (latino o quiteño, por llamarlo de algún modo), el automóvil es símbolo de bienestar. Más allá de si contamina o no, basta ver los nuevos “tanques” híbridos que han invadido la ciudad, fruto de una política arancelaria que fue un error de unos y un abuso de otros. Podríamos hacer que todos los autos de Quito sean eléctricos, cero emisiones, pero los embotellamientos seguirían igualitos. Los embotellamientos los causamos con nuestra actitud egocéntrica extendida a nuestra nueva forma de individualidad con cuatro ruedas, donde los otros vehículos son mis rivales en la guerra por el movimiento y el espacio.

Sigan adelante con su trabajo y contribuyan a crear una idea de progreso que sea complementaria con tanta vida que nos muestran en su revista.

José Nicolás Vélez, Quito


¿Es la bicicleta un dinosaurio? ¿Acaso solo en el pasado se desplazaban en bicicletas? Es malo quedarse en el pasado, pero no es malo rescatar, mantener y evolucionar las buenas costumbres de antaño. La bicicleta como medio de trasporte y como herramienta deportiva ha ido evolucionando mucho y más en los últimos años. Como se publicó en esta misma revista (ETI no. 56), hasta se están elaborando bicicletas de bambú. ¡Eso es tecnología aplicada!, y no llenarnos de más autos que, por más modernos y “ecológicos” que se promocionen, siguen contaminando desde su proceso de fabricación. No solo existen dos soluciones para mejorar la vialidad en Quito, como señala el señor Vidal (Correo, ETI no. 67). Existen un sinfín, algunas en las que incluso no se han pensado aún, pero ¿por qué no apoyar una buena idea ya planteada y probada como la bicicleta?

No abusemos de la tecnología para impulsar la vagancia. Si no tenemos el ingenio para proponer soluciones claras y viables, solo utopías tecnológicas como la de eliminar los contaminantes, apoyemos las iniciativas viables a nuestro alcance. Hagamos un bien al ambiente y a nuestra salud. Sigamos cicleando hacia el futuro; la bicicleta nunca se quedará en el pasado.

Héctor Cadena, ciclista urbano, Quito

Error en pie de foto


Encontré muy bueno el artículo sobre tortugas marinas aparecido en la última Ecuador Terra Incognita (no. 67). Sin embargo, hay un error en la leyenda de la fotografía en la página 31, en que aparece una tortuga atrapada en un arte de pesca. Ahí se indica que está “atrapada en una red de cerco”. En realidad, se trata de otro arte: un dispositivo agregador de peces (FAD, por sus siglas en inglés), que son objetos flotantes lanzados al mar por buques industriales de pesca para juntar cardúmenes de atún y de otras especies. Yo trabajo en la Comisión Interamericana de Atún Tropical. Mi labor a bordo de los buques atuneros es justamente controlar la pesca y su incidencia en las especies involucradas. Lamentablemente, no todos los buques llevan un observador a bordo. Es el caso del Ingalápagos, al que se refiere la foto, y de barcos similares que por su tonelaje son los que más daños ocasionan.

Diego Rosado, Guayaquil

ETI: Efectivamente, existe un error en el pie de foto. Se trata, como indica nuestro lector, de un FAD y no de una red de cerco. Le agradecemos la puntualización.


 

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REVISTA 68