Noviembre 1998
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Por Jacobo Larrea
Foto Andrés Vallejo

La conquista del Altar
continúa (2/3)

Laguna amarilla en el fondo del cráter del volcán Altar.

A pie llegamos a la unión de los ríos Tiaco Chico y Tiaco Grande que forman el Pailacajas.

El día estaba por terminar. Nos apresuramos a escoger un buen sitio para levantar nuestras carpas bajo unos árboles de polilepis. Era una noche tranquila y despejada. Durante la comida comentamos sobre la belleza única del lugar y de nuestros planes para coronar el Altar. Esa noche nos acostamos temprano porque el día siguiente prometía mucha actividad. Al poco rato, esa clara y serena noche se convirtió en una fuerte tormenta que no cesó sino hasta el día siguiente.

26 de diciembre “campamento italiano” 5:30 de la mañana

Los arrieros ya se encuentran en el campamento con tres mulas. El frío es intenso. El día lluvioso. Lentamente desarmamos el campamento, tomamos un breve desayuno y emprendemos la marcha.

Cruzamos el río Pailacajas y continuamos por el flanco izquierdo del río Tiaco Chico sobre un camino sumamente pantanoso, que empeora con la lluvia incesante. Completamente mojados llegamos a la gran arista, denominada “Negro Pacha”. Aquí el camino se torna rocoso. Caminamos cerca de 5 horas antes de alcanzar el “campamento italiano”. En este lugar, la neblina se desvanecía y la espectacular presencia de la montaña nos daba la bienvenida. Para quienes llegábamos por primera vez, la belleza del entorno era indescriptible. Desde allí se divisan fácilmente los picos de la montaña.

Poco tiempo después llegaron al mismo lugar los grupos de Cayambe y El Sadday. Dedicamos el resto del día a intercambiar comentarios entre los grupos. A su vez, aprovechamos todo el tiempo posible en estudiar la ruta que tomaríamos al día siguiente para alcanzar nuestro ansiado objetivo.

27 de diciembre, triunfo y tragedia. 4:00 de la mañana

Hemos empezado el ascenso hada el Obispo. Erik decide quedarse en el campamento porque se siente indispuesto. Nuestro primer obstáculo, la pared de roca que nos conduciría al glaciar sur de la montaña. Utilizando crampones, cruzamos la masa de hielo con dirección a la base de una fuerte pendiente, que al parecer es la vía más accesible. Después de ascender por esta pared, escalar toda la pendiente hasta la arista del calvario, cruzamos el glaciar “colgante” y alcanzamos la base de la segunda canaleta de hielo.

En este lugar se nos unen dos amigos del Club Sadday, Víctor Astudillo y Fernando Viteri. Estamos agotados pero muy entusiasmados por haber vencido las primeras dificultades. La segunda canaleta se presenta mucho más difícil y peligrosa. Las rocas caen silenciosas desde la parte superior. Hay mucha tensión en todos; al lograrlo, llegamos al filo de la caldera. El paisaje es impresionante: el cielo despejado permite divisar el cráter en todo su esplendor, una herradura casi perfecta, con una caída de aproximadamente mil metros. Al fondo, la gigantesca laguna amarilla. Nos sentimos insignificantes ante semejante inmensidad.

El ascenso por la pared final es de unos 30 metros. Los amigos del Sadday son los primeros en subir, colocan una clavija intermedia para asegurarse y dejan una cuerda fija para los que vienen detrás. Son las 13:00 horas, llegamos a la cumbre. Abrazos, felicitaciones, fotografías, comentarios y un refrigerio. Habíamos cumplido nuestro objetivo. En un banderín de la agrupación escribimos nuestros nombres dedicando esta conquista a Jorge Larrea, pionero del andinismo ecuatoriano.

 

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