Lo
dejamos bajo el hito, para que sea rescatado
por otros que en el futuro coronen esta cumbre.
Empezamos el descenso. A las 14:00 horas iniciamos
un primer descenso por rappel —descenso
con cuerdas— desde el borde de la pared
hasta el filo de la caldera, unos 30 metros.
Encabezando el grupo se encuentran los amigos
del Sadday. Nelson es el último y el
encargado de recuperar la cuerda para continuar.
Dos rappeles más hasta la canaleta de
nieve. Las dificultades empiezan cuando las
cuerdas se traban y se hace difícil recuperarlas.
Son las 17:00 horas. El tiempo apremia y nos
apresuramos a descender por el glaciar “colgante”
hacia la arista del calvario. Nuestro grupo
prepara el equipo para los dos últimos
rappeles, cuando de pronto sucede lo inesperado.
Víctor Astudillo, uno de los amigos del
Sadday que descendía primero, cae al
vacío. La estaca de nieve donde se había
hecho el seguro se suelta. Fernando Viteri,
su compañero, grita desesperadamente
pidiendo ayuda. En ese momento nos encontrábamos
tras una cornisa de nieve, por lo que no pudimos
ver lo que sucedía. Al escuchar los gritos,
pedimos a Fernando que llegara hasta el lugar
donde nos encontrábamos para enfrentar
juntos la situación. La desesperación
de todos por ayudar a Víctor nos hacía
actuar con nerviosismo.
Francisco Rojas llama inmediatamente por la
radio al “campamento italiano” para
notificar el percance. Apelando a la calma,
preparamos un seguro en una roca, utilizando
un cordino y un par de mosquetones de seguridad
unimos las cuerdas más largas para realizar
un solo descenso de rappel hasta el glaciar.
A las 19:00 horas el primero en bajar es Francisco.
Todos arriba angustiados, esperábamos
impacientes alguna noticia. Se hacía
tarde y nos preparamos para pasar la noche en
ese lugar, a la intemperie. El cansancio y el
desánimo se apoderan de todos cuando
nos confirman por radio la muerte de Víctor.
La caída fue mortal. Una hora más
tarde recibimos la señal para descender.
Primero Fernando, luego Carlos, Jens, Nelson
y finalmente yo. Las cuerdas estaban congeladas,
lo que hacía muy difícil el descenso.
Con enorme esfuerzo logramos bajar por la inmensa
pared de roca y hielo.
Al ver su cuerpo, aún en el glaciar,
envuelto en plástico y amarrado con la
cuerda que había caído, siento
un estremecimiento. El resto de compañeros
no lo ve o aparenta no hacerlo. Sin comentarios,
seguimos nuestro camino.
Alcanzamos el campamento cerca de la una de
la mañana. Nos sentimos completamente
destrozados, deshidratados, sin ánimo
de hablar, Erik, muy preocupado las 2:30 de
la mañana. Dos amigos del Sadday nos
despiertan e informan que en ese momento bajan
para dar parte de lo ocurrido a las autoridades,
y piden hacernos cargo de la situación,
ya que el resto de su grupo está constituido
por novatos.
A la mañana siguiente nos disponemos
a rescatar el cuerpo que había permanecido
la noche en el glaciar. Otros andinistas nos
ayudan a llevarlo hasta donde nos esperan las
mulas, para luego transportarlo en nuestro jeep
hasta Riobamba, donde lo entregamos a las autoridades.
Triste y grato recuerdo de humanismo, colaboración
y entrega nació entre todos aquellos
excursionistas que estuvimos en el Altar ese
día. Por supuesto, la nostalgia de nuestro
amigo Victor, con quien festejamos y saboreamos
la gloria de coronar la cima del Obispo, la
cumbre más “técnica”
y difícil del Ecuador. Gracias flaco
por haber estado allí. Hasta siempre
compañero de aventuras.
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