N° 40 Marzo - abril 2006
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Texto Isabel Sabina
Foto Isabel Sabina

EL matrimonio Chachi
continuación (2 de 3)

El día anterior a la celebración del matrimonio, vecinos afroamericanos son invitados a tocar en la fiesta del Niño Dios.

La tarde se oscurece entre música y champús (una bebida de arroz) y la gente sigue llegando y acomodándose en algún espacio del centro ceremonial. Al llegar la noche, el piso se ha convertido en una cama general en donde cuerpos, comida, champús y aguardiente cubren casi todo el espacio. La música seguirá hasta el amanecer, o hasta que los músicos resistan...

“El 24 por la noche no se baila y los novios no asisten al acto, para evitar las tentaciones”, dice Santiago de la Cruz, un miembro de la etnia Chachi y hoy vicepresidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador.

Las dos fechas principales para la celebración del matrimonio son Navidad y Semana Santa, estas fiestas se celebran paralelamente a las bodas y sus ritos se entremezclan.

Los novios prefieren unirse en tales fechas para asegurar un mayor número de asistentes, considerando que, en esos días del año, aun sin matrimonios, muchos chachi irían al centro ceremonial para celebrar, dependiendo del calendario, Navidad o Semana Santa.
En cambio, en otras fechas es más difícil lograr concurrencia, porque el viaje desde la mayoría de comunidades hasta allí es muy largo.

Quién se casaba con quién

Orlando Cipriano, dirigente de la Federación de Comunidades Chachi del Ecuador, cuenta cómo los comportamientos han ido cambiando. “Antes las costumbres eran más estrictas porque, por ejemplo, el novio no podía ni siquiera hablar con la novia... hoy hay más libertad.” E, incluso, hace algunos años el gobernador podía decidir quién se casaba con quién.

Alyssa Luboff, americana casada con un chachi, cuenta lo que ha visto durante los muchos años que ha vivido en la comunidad: “Si un hombre chachi ya estaba en edad avanzada y necesitaba una esposa, se le conseguía una...”

“Debido a que está estrictamente prohibido casarse entre primos, así sean lejanos, si se sospechaba que dos primos estaban enamorados se casaba inmediatamente a la joven con otra persona...”

“Y si se veía a una joven Chachi hablando con un joven, se podía considerar que ella le estaba coqueteando. Entonces se les obligaba a contraer matrimonio entre si... Después de un tiempo, las jóvenes empezaron a escapar para que no se les obligue a casarse. Hoy tienen más libertad para elegir su compañero de vida.”

La ceremonia

El 25 de diciembre comenzó con un acto purificador en el que los padrinos bañaron a sus ahijados en el río Cayapas. “Es un baño para refrescar el espíritu y lavar los pecados”, dice Santiago de la Cruz.

La celebración empezó a tomar forma. Los músicos del día anterior fueron reemplazados por otros que debían tocar todo el día. Estos últimos serían recompensados con comida, cigarrillos y aguardiente.

En diferentes rincones del centro ceremonial, los novios son preparados por sus respectivos padrinos. La joven es vestida con una túnica especial para este día, encima de la túnica se adorna su cabeza con una colorida corona de collares de diferentes formas.

Por un hueco se ven los ojos de la joven, quien parece complacida por su apariencia. “Sin matrimonio no podemos vivir,” afirma Maria Teresa Cimarrón minutos antes de iniciar el ritual. Su novio, José Roldán Anapa, también es preparado con un cintillo rojo en su frente y otra cinta formando una cruz en su pecho.


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