Mayo 1999
SECCIONES

inicio
archivo
suscripción
quiénes somos
índice
segmentos fijos


ÚLTIMO NÚMERO

contenido


CLUB DE
SUSCRIPTORES


suscripción
museos socios
tarjeta del club

CONTACTO

 

 

 

 

Por Adriana Reyes y Fernando Villavicencio
Foto Vicariato del Aguarico

Tagaeri, resistencia de un pueblo

Omatuki, la única Tagaeri que ha sido fotografiada, mientras permanecía raptada en la casa de Babe, en el río Tigüino.

Han transcurrido doce años desde que el país y el mundo se conmocionaron con una noticia protagonizada por el pueblo Tagaeri. En 1987 monseñor Alejandro Labaca y la hermana Inés Arango eran lanceados en el corazón de la Amazoma por “aucas salvajes”. La prensa nacional e internacional es- condía bajo el término de “salvajes” la historia de un pueblo que gritaba con su silencio de lanzas el deseo de permanecer viviendo libres en el que siempre fue su mundo: la selva.

Los “aucas salvajes”, también llamados “pata colorada”, eran los Tagaeri, familia Huaorani perteneciente al gran clan del Coca. De 1958 hasta 1977 la fama de ferocidad de este clan creció debido a los múltiples “ataques” al naciente poblado del Coca, algunos de ellos originados en la resistencia a ser reducidos al río Tihuaeno por el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), organización evangélica norteamericana.

Tagaeri significa el grupo de Taga, nombe del guerrero huaorani que desde 1968 condujo a sus familiares lejos de los huarani (familias huaorani enemigas) y de los cohuodii (extraños que habían propiciado o protagonizado la muerte de sus familiares o su desplazamiento en medio de un torbellino de lanzas.

División del gran clan


Una etnia acostumbrada más a huir de los enemigos que a enfrentarlos, reducida numéricamente, sometida al desplazamiento y a la búsqueda constante de nuevos territorios lejos de los suyos tradicionales, muestran una cultura no precisamente guerrera. Hasta el siglo XIX ninguno de los pueblos vecinos se refería a ellos como seres particularmente agresivos.

Pero el nuevo siglo trajo consigo demasiados acontecimientos inentendibles para los habitantes amazónicos: la explotación del caucho, la llegada de los misioneros, las epidemias, la disputa por territorios, la apertura de caminos, la colonización y la fiebre petrolera.

Estos violentos acontecimientos pusieron serias presiones sobre la forma de vivir de los pueblos de la Amazonía, al extremo de acabar con los Tetetes y quebrantar las posibilidades de subsistencia de otros grupos cambiando por completo la geografía humana de la región y el ánimo de sus habitantes.

inicio - archivo - suscripción

CONTENIDO REVISTA 3


continúa

 

portada inicio archivo subscripción inicio portada archivo subscripción