Noviembre de 2001
SECCIONES

inicio
archivo
suscripción
quiénes somos
índice
segmentos fijos


ÚLTIMO NÚMERO

contenido


CLUB DE
SUSCRIPTORES


suscripción
museos socios
tarjeta del club

CONTACTO

 

 

 

Por Guillaume Long
Foto Heinz Plenge

La hoja prohibida

Indígenas de los diferentes países andinos han utilizado tradicionalmente la hoja de coca. En el Ecuador las culturas preincásicas de la Costa, Sierra y Amazonía la utilizaban como parte de los rituales religiosos.

Hace pocos días volví a visitar el Museo del Banco Central y su sala de arqueología, ubicada en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, que expone una multitud de reliquias de exquisita belleza; verdaderos tributos a la riqueza histórica preincásica del Ecuador. Entre tantos objetos me llamó la atención una hermosa vasija de cerámica atribuida a alfareros de la cultura La Tolita (400 a.C.-500 d.C.) avanzada civilización costeña que pobló la zona ecológica de El Chocó, que tenía como eje político-religioso la Isla de La Tola, en la actual provincia de Esmeraldas. La vasija representaba un rostro de anciano, tan realista que cautivó mi mirada y detuvo mi caminar. Proporciones exactas, detalles minuciosos en las facciones, arrugas y profundas ojeras, el todo ornado de símbolos de sabiduría y nobleza como lo eran las orejas perforadas en múltiples lugares del lóbulo y pabellón. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fueron las mejillas del anciano, apenas hinchadas por dos bolitas, dos ligeras protuberancias, como si estuviera comiendo algo. La etiqueta adjunta me lo confirmó: “vasija representando a un anciano mascando coca”.

Este descubrimiento me abrió el paso para otros hallazgos similares. Pronto me di cuenta de que me encontraba rodeado por rostros de hombres, mujeres, ancianos y jóvenes, mascando coca; vasijas, cántaros, esculturas aborígenes y formas humanas con esa misma bolita tan sintomática en la mejilla, todo coronado de etiquetas suficientemente explícitas: “media vasija en forma de individuo coronado mascando coca; cántaro en forma de personaje masculino mascando coca; máscara de coquero, atuendo mortuorio; vaso en forma de mujer mascando coca; figura de madre mascando coca…”

A La Tolita se sumaron otras culturas como la impresionante cultura cerámica Panzaleo (500 a.C.-1533 d.C.) de la Sierra norte y central ecuatoriana que se extendió hasta ciertas zonas de la Amazonía, como Quijos; la cultura costeña Manteño - Huancavilca (500-1533) que tanta importancia llegó a tener de Manabí a Machala, pasando por la Isla Puná; las culturas del Carchi (750-1533), tanto la Piartal como la Capulí; los Puruhaes (1250-1533) de los valles fríos del centro del Callejón Andino que no produjeron pero sí consumieron esta hoja mágica, obteniéndola en grandes cantidades a través de amplias redes de comercio con vecinos provenientes de valles más cálidos del austro ecuatoriano; y, por supuesto, los Incas, también representados con esas protuberancias en las mejillas y sepultados con hojas de coca en sus tumbas, tal como nos lo muestra esta formidable mezcla de arte y tecnología cuzqueña y quiteña: la cultura cerámica Panzaleo Incaica.

Sin mirar más allá de las fronteras contemporáneas de la República, la historia nos confronta con muchos ejemplos de consumo de coca por parte de indígenas de diversos orígenes étnicos; un uso casi siempre calificado por historiadores, arqueólogos y antropólogos, como ritual religioso, astrológico y medicinal. Si nos extendemos hacia las costumbres aborígenes de otros países andinos encontramos lo mismo: otras culturas indígenas íntimamente ligadas a la coca, una hoja tan presente en las estructuras económicas y de comercio suramericanas como el maíz, la achira, el fréjol, la yuca, conchas marinas o tejidos y lanas de los altiplanos.

inicio - archivo - suscripción

CONTENIDO REVISTA 15


continúa

 

 

portada inicio archivo subscripción inicio portada archivo subscripción