Pocos
grupos de anfibios han despertado tanto interés
científico como el de los dendrobátidos
o ranas venenosas. Pese a su tamaño pequeño,
resultan un grupo excepcional desde cualquier
punto de vista. Habitan en los bosques de Nicaragua
y las Antillas Menores hasta el sudeste de Brasil
y Bolivia, en bosques de tierra firme y climas
lluviosos, hasta las partes bajas de los fríos
páramos andinos.
Se conocen unas 168 especies, cuyos tamaños
varían de uno a seis centímetros
de largo, sin que exista diferencia entre machos
y hembras, contrario a lo que suceded en la
mayoría de anfibios, donde generalmente
la hembra es más grande. La forma del
cortejo y el cuidado de los renacuajos es único
entre los anfibios; sin embargo, lo que más
llama la atención de este grupo es la
producción de sustancias tóxicas
defensivas, algunas de ellas mortales, mostradas
a sus potenciales predadores a través
de un brillo especial en sus coloreadas pieles.
Diferentes tipos de veneno
En la naturaleza, la supervivencia es un reto
constante. Plantas y animales luchan entre sí
por la obtención de recursos y para evitar
convertirse en el alimento de otros. Por esto,
los animales utilizan diferentes estrategias
de comportamiento, así como adaptaciones
morfológicas; sin embargo, el arsenal
más interesante y variado de todos es
el de las armas químicas. Al igual que
la mayoría de anfibios, los dendrobátidos
durante la metamorfosis —el paso de renacuajos
a ranas adultas— desarrollan una serie
de qlándulas, cuya función principal
es la de mantener húmeda la piel. Además
secretan compuestos de diversa índole:
sustancias antibióticas, biogénicas
y toxinas. En el caso de los dendrobátidos,
las especies de los géneros Dendrobates,
Epipedobates y Phyllobates
secretan un tipo especial de veneno que ataca
al sistema nervioso. Este veneno contiene básicamente
alcaloides, compuestos tóxicos muy similares
a los que se encuentran en la nicotina, la morfina
y la cocaína, entre otras drogas. Aunque
los alcaloides son más comunes en plantas
que en animales, los dendrobátidos son
una fuente sorprendente de este tipo de compuestos,
hasta el momento se conocen más de 200.
Cada sustancia presenta diferentes mecanismos
de acción, pero la mayoría producen
bloqueos en la transmisión de impulsos
eléctricos desde las fibras nerviosas
hacia las células musculares. Un tipo
especial de alcaloides presente en los dendrobátidos
del género Phyllobates, emparentados
con los esteroides, se cuenta entre las sustancias
más tóxicas del reino animal.
Su mecanismo de acción es rápido
y fatal.
Esta capacidad para provocar una muerte rápida
h sido aprovechada por algunos grupos indígenas
de Chocó colombiano —donde habitan
las tres especies más tóxicas
de dendrobátidos— como una fuente
de veneno para untarla en sus dardos. La silenciosa
eficacia de estas armas es la clave para la
cacería de animales, que de otro modo
se alejarían rápidamente ante
el sonido de armas de fuego.
Estas sustancias, así como su mecanismo
de acción, a momento son motivo de in
tensos estudios médicos debido a que
varios de ello han probado tener potencia les
aplicaciones farmacéuticas. Pero no solamente
sus venenos son aprovechados por el hombre.
En Ecuador es muy conocido el caso d la epibatidina,
descubierta en la piel de la especie Epipedobates
tricolor que habita en la región
centro y su de la costa. Esta sustancia ha resultado
ser un analgésico 200 veces más
potente que la morfina, con mecanismos de acción
novedosos y sumamente interesantes desde el
punto de vista de la neurociencia.
Extrañas costumbres entre los anfibios
La mayoría de dendrobátidos, a
diferencia de casi todos los anfibios, son activos
durante el día cuando los colores de
advertencia que emiten pueden ser vistos por
sus predadores.
Cuando un animal ataca a un dendrobátido
venenoso éste inmediatamente comienza
a secretar sus toxinass, las que provocarán
en el enemigo entumecimiento, irritación
y. en el caso de las especies den las especies
del género Phyllobates, hasta
la muerte.
|