Este
mecanismo amedrenta a la mayoría. Sin
embargo, las ranitas no están completamente
a salvo. Unas pocas especies de serpientes y
varios tipos de arañas grandes pueden
alimentarse de las especies menos venenosas
sin verse afectadas. En todo caso sus enemigos
son pocos y los ataques raros.
Pese a esto, los dendrobátidos se dedican
con aparente tranquilidad a sus actividades
cotidianas, como la búsqueda de alimento,
constituido mayoritariamente por hormigas, la
defensa de su territorio y, por supuesto, el
ritual para conseguir pareja.
Una característica notable de esta familia
de ranas consiste en su compleja estrategia
reproductiva. Para la mayoría de anfibios,
el cortejo culmina con el “amplexus”:
el macho se asegura a la espalda de la hembra,
sujetándola de las axilas o las ingles,
hasta cuando la hembra deposita los huevos que
serán fecundados por el macho. En el
caso de los dendrobátidos, el macho con
aparente delicadeza sujeta la cabeza de la hembra,
presionando el dorso de sus dedos contra la
quijada de ella. En algunas especies, la fecundación
de los huevos que la hembra deposita se produce
en ese momento, en otras puede ser después,
cuando la pareja se coloca cola con cola, juntando
sus cloacas. En cualquier caso, los huevos fertilizados
son depositados entre la hojarasca del suelo,
bajo rocas o en hojas de plantas, como bromelias,
pero no en el agua. Los huevos, hasta 40, se
agrupan en una masa gelatinosa conocida como
“puesta”. muy pequeña si
la comparamos con aquellas de las especies más
acuáticas que ponen cientos y miles de
huevos por vez.
Lo que sucede a continuación es único
entre los anfibios: los huevos son vigilados
por uno o ambos padres, quienes luego transportan
sobre su espalda a los renacuajos hasta una
poza de agua donde completarán su desarrollo.
La atención a los huevos consiste en
humedecerlos y defenderlos de potenciales parásitos
o predadores. Una vez llegado el momento de
la eclosión, el padre o la madre agita
los huevos con sus patas traseras para ayudar
a los renacuajos a subir a su espalda, donde
se fijarán gracias a una secreción
mucosa y a su forma aplanada. Las diferentes
especies tienen distintas preferencias en cuanto
al lugar donde depositar a sus hijos. Algunos
dendrobátidos, como los del género
Colostethus buscan pozas temporales
cerca de ríos. Otros utilizan huecos
en árboles o las “axilas’
de las bromelias, donde siempre se acumula agua.
En la mayoría de las especies, los renacuajos
tendrán que sobrevivir por su propia
cuenta, por lo que resulta común, sobre
todo en aquellos que se refugian en huecos de
árboles o bromelias donde no hay mucho
alimento, que recurran al canibalismo, y por
lo tanto, solo pocos cumplirán la metamorfosis.
Es interesante observar algunas especies con
cuidado parental materno: la madre, luego de
depositar a los renacuajos en sus pozas de desarrollo,
continúa vigilándolos de manera
regular y hasta llega a producir huevos infértiles
para su alimentación.
De comunes a muy raros
Los dendrobátidos son importantes para
la ciencia, sobre todo por su utilidad en la
realización de estudios de comportamiento,
ecología y evolución.
Además son valiosos desde el punto de
vista económico. Los compuestos extraídos
de sus pieles han demostrado tener aplicaciones
farmacéuticas. Por otro lado, adecuadamente
manejados pueden tener usos ornamentales y ser
exportados.
Finalmente, al igual que otros anfibios, son
excelentes bioindicadores, cuya presencia o
ausencia son medidas confiables de la calidad
de suelo y agua en la naturaleza.
En definitiva, los dendrobátidos se encuentran
entre las especies más valiosas del bosque
tropical, importantes para la naturaleza y útiles
al hombre. Sin embargo, los peligros que enfrentan
estos animales vienen dados por la rápida
destrucción de sus hábitats naturales.
Es el caso de los Colostethus del callejón
interandino, donde el uso de agroquímicos
y la introducción de especies de plantas
extrañas, como pinos y eucaliptos, han
determinado la desaparición de varias
poblaciones. En el transcurso de la década
anterior vanas especies pasaron de ser comunes
a muy raras, y dada la ausencia de nuevos registros,
algunas son consideradas como especies en peligro
de extinción.
Al desaparecer estas valiosas ranitas estaremos
perdiendo no solamente importantes recursos
en el campo farmacéutico, sino también
un grupo fascinante y bello: las pequeñas
joyas venenosas del bosque tropical.
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