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Por Diego Lombeida
Foto Hyla Imágenes

Pequeñas joyas del bosque tropical
continuación (2/2)

Colostethus machalilla. Macho cuidando puesta de huevos.

Este mecanismo amedrenta a la mayoría. Sin embargo, las ranitas no están completamente a salvo. Unas pocas especies de serpientes y varios tipos de arañas grandes pueden alimentarse de las especies menos venenosas sin verse afectadas. En todo caso sus enemigos son pocos y los ataques raros.

Pese a esto, los dendrobátidos se dedican con aparente tranquilidad a sus actividades cotidianas, como la búsqueda de alimento, constituido mayoritariamente por hormigas, la defensa de su territorio y, por supuesto, el ritual para conseguir pareja.

Una característica notable de esta familia de ranas consiste en su compleja estrategia reproductiva. Para la mayoría de anfibios, el cortejo culmina con el “amplexus”: el macho se asegura a la espalda de la hembra, sujetándola de las axilas o las ingles, hasta cuando la hembra deposita los huevos que serán fecundados por el macho. En el caso de los dendrobátidos, el macho con aparente delicadeza sujeta la cabeza de la hembra, presionando el dorso de sus dedos contra la quijada de ella. En algunas especies, la fecundación de los huevos que la hembra deposita se produce en ese momento, en otras puede ser después, cuando la pareja se coloca cola con cola, juntando sus cloacas. En cualquier caso, los huevos fertilizados son depositados entre la hojarasca del suelo, bajo rocas o en hojas de plantas, como bromelias, pero no en el agua. Los huevos, hasta 40, se agrupan en una masa gelatinosa conocida como “puesta”. muy pequeña si la comparamos con aquellas de las especies más acuáticas que ponen cientos y miles de huevos por vez.

Lo que sucede a continuación es único entre los anfibios: los huevos son vigilados por uno o ambos padres, quienes luego transportan sobre su espalda a los renacuajos hasta una poza de agua donde completarán su desarrollo.

La atención a los huevos consiste en humedecerlos y defenderlos de potenciales parásitos o predadores. Una vez llegado el momento de la eclosión, el padre o la madre agita los huevos con sus patas traseras para ayudar a los renacuajos a subir a su espalda, donde se fijarán gracias a una secreción mucosa y a su forma aplanada. Las diferentes especies tienen distintas preferencias en cuanto al lugar donde depositar a sus hijos. Algunos dendrobátidos, como los del género Colostethus buscan pozas temporales cerca de ríos. Otros utilizan huecos en árboles o las “axilas’ de las bromelias, donde siempre se acumula agua.

En la mayoría de las especies, los renacuajos tendrán que sobrevivir por su propia cuenta, por lo que resulta común, sobre todo en aquellos que se refugian en huecos de árboles o bromelias donde no hay mucho alimento, que recurran al canibalismo, y por lo tanto, solo pocos cumplirán la metamorfosis.

Es interesante observar algunas especies con cuidado parental materno: la madre, luego de depositar a los renacuajos en sus pozas de desarrollo, continúa vigilándolos de manera regular y hasta llega a producir huevos infértiles para su alimentación.

De comunes a muy raros

Los dendrobátidos son importantes para la ciencia, sobre todo por su utilidad en la realización de estudios de comportamiento, ecología y evolución.

Además son valiosos desde el punto de vista económico. Los compuestos extraídos de sus pieles han demostrado tener aplicaciones farmacéuticas. Por otro lado, adecuadamente manejados pueden tener usos ornamentales y ser exportados.

Finalmente, al igual que otros anfibios, son excelentes bioindicadores, cuya presencia o ausencia son medidas confiables de la calidad de suelo y agua en la naturaleza.

En definitiva, los dendrobátidos se encuentran entre las especies más valiosas del bosque tropical, importantes para la naturaleza y útiles al hombre. Sin embargo, los peligros que enfrentan estos animales vienen dados por la rápida destrucción de sus hábitats naturales. Es el caso de los Colostethus del callejón interandino, donde el uso de agroquímicos y la introducción de especies de plantas extrañas, como pinos y eucaliptos, han determinado la desaparición de varias poblaciones. En el transcurso de la década anterior vanas especies pasaron de ser comunes a muy raras, y dada la ausencia de nuevos registros, algunas son consideradas como especies en peligro de extinción.

Al desaparecer estas valiosas ranitas estaremos perdiendo no solamente importantes recursos en el campo farmacéutico, sino también un grupo fascinante y bello: las pequeñas joyas venenosas del bosque tropical.




 

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