La
variedad de rostros, rasgos y colores de piel
es, probablemente, la mejor expresión
de la diversidad en el Ecuador. Los negros,
indios, blancos y mestizos que hoy vivimos en
este país somos, de una u otra manera,
el resultado de un complejo y largo proceso
de fusión de varios grupos humanos.
Probablemente uno de los mayores logros indígenas
en el último año ha sido el reconocimiento
por parte del Estado ecuatoriano de las nacionalidades
dejando de la do todo tipo de calificativos
como etnias y culturas. De esta manera, ahora
se reconoce los propios sistemas de organización
económica y social, formas de autogobierno,
idioma y religión.
Aunque no existen estadísticas actualizadas,
aproximadamente uno de cada cuatro ecuatorianos
pertenece a estas nacionalidades o pueblos.
La mayoría, además de una de las
diez lenguas indígenas, habla castellano.
De acuerdo con este dato, ocho de cada doce
ecuatorianos es mestizo y habla castellano,
en la Sierra arrastrando la “rr”,
cantando y utilizando de vez en cuando el quechua
para expresiones como ¡qué frío!
(achachay), ¡qué asco! (atatay)
entre otras. En la Costa, en cambio, se lo hace
muy rápido, además, con verdadero
encanto costeño.
Antes de mirar de reojo a lo que hoy somos es
importante que veamos lo que fuimos, por lo
menos en términos de variedad, ya que
como culturas la tarea podría resultar
interminable e incompleta. El origen de todas,
aparentemente, fue con Valdivia en la Costa,
la cultura más antigua del Ecuador y
de América. Luego aparecieron muchas
otras; sin embargo, aun en nuestros días
no es sencillo describirlas, ni siquiera nombrarlas,
por las discrepancias entre especialistas. De
acuerdo con la *Nueva historia del Ecuador (Enrique
Ayala Mora, edit., Quito, Corporación
Editora Nacional/Grijalbo, 1989), existieron
43 culturas en la era preincaica.
La nacionalidad Quichua de los Andes
Entre rondadores, tambores, trompetas, platillos
y violines bailan priostes, la chinuca, 1a huasicama,
el diabluma, capariches, viejas. vacas locas,
etc. Son detalles de las fiestas en la Sierra.
Cada pueblo añade o suprime algo, pe
ro lo común siempre son los santos, cristos
vírgenes. Dicen que la música
es triste pero al son de “alza la pata
curiquingue” no hay quien llore. Gran
variedad de música, bailes y costumbres
son la principal característica de esta
nacionalidad. Mote pillo, chugchucaras, seco
de chivo, hornado, chulpi, fritada, en fin,
una inmensa variedad de platos típicos
que fácilmente pueden sumar una centena,
son los que le dan sabor a su cultura.
Bien adaptados al frío y al intenso sol
montañero o por lo menos bien abrigados,
esta nacionalidad es la más numerosa
de todas, alrededor de 3 000 000 de ecuatorianos.
Está formada por 12 pueblos: los Cayambi
en el norte de Pichincha y sur de Imbabura,
Cañan en Cañar, Chibuleo en la
provincia de Tungurahua, Otavalo en Imbabura,
Quitus en Pichincha, Panzaleo al norocidente
de Tungurahua y sur de Cotopaxi, Guaranga en
Bolívar, Puruhá en Chimborazo,
Saraguros en Loja, Salasaca en Tungurahua, cantón
Pelileo, Caranqui en Imbabura y Pichincha, y
Natabuela en Imbabura. Todos hablan Quichua
aunque con algunas pequeñas variaciones
de un lugar a otro. En cuanto a su vestimenta,
lo común son los ponchos, fajas, anacos,
blusas bordadas, las hualcas o collares de colores,
los sombreros, chalinas, pantalones altos y
alpargatas. Nuevamente, cada pueblo ha diseñado
su propia variación y gusto por colores
o ciertos detalles, pero en general es fácil
reconocerlos.
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