Carta del editor
Al menos desde Heráclito, el río ha sido metáfora predilecta del tiempo y del transcurrir de la vida. Borges se regodeó en las facetas múltiples de esta metáfora: por
un lado, la continuidad inalterable del río y, por
otro, su mudanza incesante. No solo insistía en
que un río siempre “es el mismo, y es otro”, sino
que además tenía la idea de que todos los ríos
son el mismo río (“¿Qué río es éste por el cual
corre el Ganges?”).
Como en un juego de espejos de los que tanto
gustaban al poeta, esa metáfora también es la
metáfora de la situación de los ríos en Ecuador.
Diversos: hilachas que se desparraman por
peñascos o anchos como llanuras; transparentes, o saturados de limo hasta confundirse con sus
orillas; remotos o urbanos. Y, sin embargo, todos
aunados por el maltrato al que los sometemos. Porque tras las loas oficiales, lo cierto es que llenamos
a los ríos de basura, de mercurio y de
petróleo; los canalizamos, represamos y desaguamos,
individual o colectivamente.
En este número nos adentramos en dos casos
particulares, pero que ilustran tribulaciones
comunes a los ríos ecuatorianos. El río Pita,
fuente de agua y solaz para los quiteños, es lesionado
por la indolencia de sus múltiples usuarios. Más al sur, en el Topo, río legendario, destino de
científicos seducidos por su unicidad, motivo
pictórico y atractivo turístico, la voracidad de un
modelo de desarrollo energéticamente intensivo necesita erigir una represa, otra más. Esperamos
que estos artículos contribuyan a generar un
debate que vaya más allá de la retórica.
Además, presentamos una magnífica nota gráfica del asombroso país de los sapos. Ellos,
como nosotros, dependen de fuentes de agua
saludables. En Ecuador, “una de cada tres especies
está extinta o en riesgo”, por lo que muchas
solo podrán ser vistas por nuestros hijos en fotografías
como estas. Son víctimas tempranas de la
degradación ambiental. ¿Quién sigue?
Correo
Publicistas por arquitectos
Les felicito por la edición especial sobre bioarquitectura (no. 56). En su artículo principal
se señala que la arquitectura del siglo
XXI busca la sustentabilidad y la armonía
con el entorno. Me parece que como deseo
eso está muy bien, pero no se ajusta a la realidad
que vivimos en nuestro país. Más bien,
me atrevo a decir que la arquitectura, en el
Ecuador del siglo XXI, se ha vuelto superflua,
pues el diseño de nuestro entorno ha
pasado de la mano de los arquitectos a la de
los especialistas en publicidad. Nuestras ciudades se han convertido en un eterno anuncio comercial, pero sin que podamos cambiar de canal. Las autoridades, contentas,
pues cobran por la venta del espacio
público. Mientras tanto, los nuevos dueños
del paisaje quieren que creamos que las
“pantallas luminosas son sinónimo de desarrollo
como en las grandes ciudades” (El
Comercio, febrero 5); con el mayor cinismo
nos dicen que “al principio a la gente no le
gusta, pero luego se acostumbra” (ídem,
diciembre 30). No nos acostumbremos al
maltrato, señores.
Diego Matute , Quito
Más sobre espacio público
Me gustaría saber quién se encarga de regular
el uso e instalación de antenas en las ciudades,
ya que es un choque visual para los transeúntes.
En otros países existen leyes puntuales
sobre la contaminación visual y, dentro de
estas, regulaciones para la instalación de antenas
monumentales o gigantes. Su instalación
en cualquier parte destruye la estética visual
de nuestro entorno. Ojalá se empleen ciertas
regulaciones.
Marco Arauz R., Quito
ETI: En el Ecuador, quienes emiten el permiso
de instalación de las antenas de telefonía
celular en áreas urbanas son los municipios,
previa presentación de una licencia ambiental
y de acuerdo con lineamientos emitidos
por la Subsecretaría de Telecomunicaciones.
En algunos municipios, como el de Manta, se requiere la autorización de los vecinos de la
zona donde se instalará la antena.
Descubrimiento de especie
He leído el artículo “La diversidad de la vida” (no. 53) sobre el hallazgo de nuevas
especies gracias a la tecnología genética. El
autor parece decir que el descubrimiento de
una nueva especie de vizcacha ha sido
hecho por el Laboratorio de Genética
Humana y Citogenética Molecular de la
Universidad Católica. Le hago notar que en
la revista Mastología neotropical registré,
junto con dos científicos más, la presencia
de la vizcacha. Fue la Fundación Ecológica
El Ahuaca la que solicitó la ayuda a la Universidad Católica para realizar los estudios
que –junto con los realizados por Ángel Espotorno, de la Universidad de Chile– resultaron en el descubrimiento. Sería conveniente ampliar el tema, pues he
descubierto la presencia de la vizcacha en
otros lugares del Ecuador.
Edwin Rodrigo Hidalgo
Fundación El Ahuaca, Loja
ETI: Dicho artículo dice textualmente “los
análisis de ADN llevados a cabo” por el mencionado
laboratorio “contribuyeron al extraordinario descubrimiento”, justamente como el señor Hidalgo señala en su carta.
* Correo es un espacio de diálogo. Envía tus opiniones
o noticias a ecuadorterraincognita@yahoo.com.
Por espacio o claridad, las cartas pueden ser editadas.