no. 58
marzo - abril 2009

 

 
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Carta del editor

Al menos desde Heráclito, el río ha sido metáfora predilecta del tiempo y del transcurrir de la vida. Borges se regodeó en las facetas múltiples de esta metáfora: por un lado, la continuidad inalterable del río y, por otro, su mudanza incesante. No solo insistía en que un río siempre “es el mismo, y es otro”, sino que además tenía la idea de que todos los ríos son el mismo río (“¿Qué río es éste por el cual corre el Ganges?”).

Como en un juego de espejos de los que tanto gustaban al poeta, esa metáfora también es la metáfora de la situación de los ríos en Ecuador. Diversos: hilachas que se desparraman por peñascos o anchos como llanuras; transparentes, o saturados de limo hasta confundirse con sus orillas; remotos o urbanos. Y, sin embargo, todos aunados por el maltrato al que los sometemos. Porque tras las loas oficiales, lo cierto es que llenamos a los ríos de basura, de mercurio y de petróleo; los canalizamos, represamos y desaguamos, individual o colectivamente.

En este número nos adentramos en dos casos particulares, pero que ilustran tribulaciones comunes a los ríos ecuatorianos. El río Pita, fuente de agua y solaz para los quiteños, es lesionado por la indolencia de sus múltiples usuarios. Más al sur, en el Topo, río legendario, destino de científicos seducidos por su unicidad, motivo pictórico y atractivo turístico, la voracidad de un modelo de desarrollo energéticamente intensivo necesita erigir una represa, otra más. Esperamos que estos artículos contribuyan a generar un debate que vaya más allá de la retórica.

Además, presentamos una magnífica nota gráfica del asombroso país de los sapos. Ellos, como nosotros, dependen de fuentes de agua saludables. En Ecuador, “una de cada tres especies está extinta o en riesgo”, por lo que muchas solo podrán ser vistas por nuestros hijos en fotografías como estas. Son víctimas tempranas de la degradación ambiental. ¿Quién sigue?

 

Correo

Publicistas por arquitectos

Les felicito por la edición especial sobre bioarquitectura (no. 56). En su artículo principal se señala que la arquitectura del siglo XXI busca la sustentabilidad y la armonía con el entorno. Me parece que como deseo eso está muy bien, pero no se ajusta a la realidad que vivimos en nuestro país. Más bien, me atrevo a decir que la arquitectura, en el Ecuador del siglo XXI, se ha vuelto superflua, pues el diseño de nuestro entorno ha pasado de la mano de los arquitectos a la de los especialistas en publicidad. Nuestras ciudades se han convertido en un eterno anuncio comercial, pero sin que podamos cambiar de canal. Las autoridades, contentas, pues cobran por la venta del espacio público. Mientras tanto, los nuevos dueños del paisaje quieren que creamos que las “pantallas luminosas son sinónimo de desarrollo como en las grandes ciudades” (El Comercio, febrero 5); con el mayor cinismo nos dicen que “al principio a la gente no le gusta, pero luego se acostumbra” (ídem, diciembre 30). No nos acostumbremos al maltrato, señores.
Diego Matute , Quito

Más sobre espacio público

Me gustaría saber quién se encarga de regular el uso e instalación de antenas en las ciudades, ya que es un choque visual para los transeúntes. En otros países existen leyes puntuales sobre la contaminación visual y, dentro de estas, regulaciones para la instalación de antenas monumentales o gigantes. Su instalación en cualquier parte destruye la estética visual de nuestro entorno. Ojalá se empleen ciertas regulaciones.
Marco Arauz R., Quito

ETI: En el Ecuador, quienes emiten el permiso de instalación de las antenas de telefonía celular en áreas urbanas son los municipios, previa presentación de una licencia ambiental y de acuerdo con lineamientos emitidos por la Subsecretaría de Telecomunicaciones. En algunos municipios, como el de Manta, se requiere la autorización de los vecinos de la zona donde se instalará la antena.

Descubrimiento de especie

He leído el artículo “La diversidad de la vida” (no. 53) sobre el hallazgo de nuevas especies gracias a la tecnología genética. El autor parece decir que el descubrimiento de una nueva especie de vizcacha ha sido hecho por el Laboratorio de Genética Humana y Citogenética Molecular de la Universidad Católica. Le hago notar que en la revista Mastología neotropical registré, junto con dos científicos más, la presencia de la vizcacha. Fue la Fundación Ecológica El Ahuaca la que solicitó la ayuda a la Universidad Católica para realizar los estudios que –junto con los realizados por Ángel Espotorno, de la Universidad de Chile– resultaron en el descubrimiento. Sería conveniente ampliar el tema, pues he descubierto la presencia de la vizcacha en otros lugares del Ecuador.
Edwin Rodrigo Hidalgo
Fundación El Ahuaca, Loja

ETI: Dicho artículo dice textualmente “los análisis de ADN llevados a cabo” por el mencionado laboratorio “contribuyeron al extraordinario descubrimiento”, justamente como el señor Hidalgo señala en su carta.

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