N° 55 septiembre - octubre 2008
 
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El Jardín Botánico:
un oasis en Portoviejo

Cuando ingresamos a Portoviejo por la vía a Crucita, a mano izquierda aparece lo que hasta 1992 era un terreno baldío adyacente a la Universidad Técnica de Manabí. Gracias al entusiasmo de algunos estudiantes, el predio se convirtió en un jardín botánico que ahora sirve para mitigar dos graves problemas de la provincia: la deforestación y la extinción de especies. Además de las nueve hectáreas que ocupa el Jardín Botánico, el complejo tiene tres hectáreas destinadas a un centro de rescate de fauna y una reserva de bosque seco de 37 hectáreas.


Según nos cuenta Jhonny Muentes, el promotor y actual director del Jardín, las actividades que realizan se enfocan en la investigación, la conservación y la educación. La faceta investigativa consiste en la detallada observación de especies para generar recomendaciones sobre usos apropiados y su adaptación al medio manabita. Importante papel tienen en este sentido la sección de plantas introducidas, la de cactus y la de palmas, esta última con más de veinticinco especies provenientes de todo el mundo. También se está realizando un inventario botánico de la reserva adjunta al Jardín.


Otro de los objetivos de un jardín botánico, y este no es diferente, es el de conservar y propagar especies escasas. Dos secciones del Jardín son cruciales para ello. La una es la de bosque húmedo, donde encontramos árboles amenazados por la sobreexplotación, como la caoba, el bálsamo o el guayacán. Para lograr mantener especies del Oriente en el seco clima manabita, fue necesario crear un microclima con las propias plantas, y el resultado es un agradable bosquecito en que los paseantes alivian los calores de las tardes portovejenses. La otra sección es la de plantas nativas de Manabí, donde se trabaja en la propagación del beldaco (Pseudobombax millei), árbol endémico del menguante bosque seco ecuatoriano. Aquí también aprendemos que Guasmo y Cascol no solo son toponímicos de la geografía nacional, sino que esos nombres vienen de hermosos árboles con múltiples usos (Guazuma ulmifolia y Libidibia corymbosa, respectivamente).


Cerca de 13 mil personas visitan el Jardín en un año –hoy encontramos estudiantes, parejas de enamorados, familias y turistas– y disfrutan de un remanso verde entre la expansión del concreto. Además, el Jardín ofrece asesoramiento sobre jardinería, manejo integral de plagas y preparación de abono orgánico, que vende, así como también las plantas de sus viveros. Con esto y con las entradas asegura su financiamiento. Pero lo que en realidad apuntala al Jardín es la mística y la visión de futuro de sus gestores. Cerrando los ojos, añoramos lo que será este lugar en cincuenta años, con los árboles ya viejos...


Horario: miércoles a domingo, de 8h00 a 17h00
Adultos: 1 dólar
Estudiantes: 0,50 dólares
Extranjeros: 2 dólares
Suscriptores de Ecuador Terra Incognita pagan media entrada.

 

 

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