N° 50 Noviembre - diciembre 2007
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Foto José Fabara-Rojas / Archivo Fotofideo
Cientos de pericos (Brotogeris cyanoptera) y loras (Pionopsitta barrabandi) comparten este pequeño saladero a orillas del río Napo. La intensa actividad durante varios años ha creado esa pequeña cueva.

Saladeros: el postre de la selva

Texto José Fabara-Rojas

La primera palabra que se le vendría a la cabeza a cualquier mortal al escuchar la palabra saladero sería “sal”. Entonces, una explicación fácil para describirlos es como lugares donde hay muchas sales. Sin embargo, el asunto va más allá. Se trata de lugares que, por diferentes eventos naturales como la erosión por el viento o el agua, la caída de un árbol o la disminución del caudal de un río, dejan expuestas diferentes capas del suelo que, libre de vegetación y con una elevada concentración de sales minerales, da como resultado un saladero.

Estos espacios están distribuidos al azar y pueden ocupar una pared de varios metros, o simplemente una piscina de lodo y agua. Uno diría: ¿y esto qué tiene de especial? Bueno, por esta concentración de sales minerales se genera uno de los eventos más hermosos que se puede apreciar en la naturaleza: cientos de loras o guacamayos azules-amarillos o rojos, tapires, venados o monos, llegan cada mañana a los saladeros para servirse el postre, mordisquear, picotear, arañar y beber el suelo, lodo y agua. Cada día comen pedazos enteros de arcilla (típico suelo de un bosque húmedo amazónico) y así completan su dieta en un comportamiento conocido como geofagia.

Esta costumbre se ha mantenido durante generaciones en diferentes especies. Tanto que algunos saladeros que eran paredes, y que han sido “activos” durante varios años, ahora son cuevas de algunos metros de profundidad formadas solamente por la intensa actividad animal. Y no solamente los saladeros cambian su estructura: varios metros a su alrededor se puede observar un sinnúmero de senderos, a veces de más de 50 centímetros de profundidad, que han sido utilizados una y otra vez por los animales. Imaginen un tapir correteando varias veces por el mismo camino todos los días: el resultado son estos canales fáciles de diferenciar en el bosque.

Pero: ¿comer tierra? Puede parecer extraño pero no lo es: el consumo de suelo es común entre los vertebrados, particularmente herbívoros como tapires, venados, pecaríes y otros. Es común en primates como monos aulladores y moños araña, que a veces visitan los saladeros de tapires o lamen raíces de árboles expuestas que han acumulado sedimentos. También ha sido documentado en reptiles, insectos como mariposas, y en aves que ingieren semillas (guacamayos, loros, palomas, pavas, etcétera).



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