N° 50 Noviembre - diciembre 2007
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Foto Karla Gachet
Carnaval de Pachamama, cerca de Alausí, Cañar. Allí se celebra el carnaval con disfrazados y vacas locas. Por lo general los hombres se disfrazan de mujeres, generales o vacas locas. Como se ubica en el páramo, esta comunidad pasa mucho tiempo cubierta de neblina.

La fiesta andina ecuatoriana

Texto Richard Salazar

Del encuentro, desencuentro, superposición y conflicto de culturas en los Andes ecuatorianos ha surgido un mosaico difícil de caracterizar unívocamente. Esto por la diversidad de comportamientos que se manifiestan, interrelacionan, crean y recrean, teniendo en primera instancia elementos aborígenes, europeos, africanos; luego precarios patrones de la denominada modernidad (o industrialización), y finalmente patrones relativamente marginales de la era posindustrial. A su vez, son ricas las manifestaciones locales, dando como resultado un mosaico adaptado a cada realidad que se manifiesta con cierta diversidad, según los grupos étnicos y localidades donde se encuentren.

Pero esta diversidad no es patrimonio del presente o del pasado colonial. Cuando llegaron los españoles a los Andes hoy ecuatorianos, encontraron una insospechada diversidad humana, manifiesta prácticamente en cada hoya del callejón interandino. Y es que los Andes no son iguales en todas partes. El Ecuador se encuentra ubicado en el sector andino de los denominados Andes de Páramo que, a diferencia de los Andes de Puna (o altiplano de Perú y Bolivia), forman un callejón interandino muy angosto (100-130 kilómetros) y cruzado por nudos, cadenas montañosas altas que diagraman una delgada cuadrícula, conformando en su interior las hoyas donde se desarrollaron las sociedades y culturas aborígenes. Por esta razón, el término “altiplano” se aplica únicamente a las planicies de altura de Perú y Bolivia, que llegan hasta 760 kilómetros de ancho, mas no para nuestra Sierra.

La constitución geográfica de los Andes equinocciales permitió así una adaptación particular en cada valle, que dio como resultado una rica diversidad cultural con lenguas propias en cada hoya. De hecho, el kichwa, que era una lengua franca de intercambio, fue impuesta y unificada por los españoles en tiempos coloniales, para facilitar la evangelización, prohibiendo todas las otras lenguas que podían convertirse en herramienta de rebelión y levantamientos.

Esta amplia diversidad cultural, junto con la nueva cultura europea y varios patrones afro, dieron como resultado una pintoresca y caudalosa cultura híbrida, que conserva hoy una diversidad mayor a la precolombina. Estas manifestaciones, denominadas “sincréticas”, alcanzan su punto más alto y expresivo en las fiestas, derroches de color, símbolos y representaciones multiculturales, fe y energía, que evocan la infinita riqueza cultural y creatividad que nos caracteriza.

 


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