El agua
E1 agua es vida puede ser una frase trillada, pero es una gran verdad. Los seres humanos necesitamos agua para que nuestro organismo, que está compuesto por un 75% de agua, funcione. Necesitamos el agua para cocer nuestros alimentos, para asearnos y limpiar nuestras casas y lugares de trabajo. Incluso necesitamos agua para desechar nuestros residuos. También necesitamos agua para producir la energía eléctrica que facilita nuestra existencia. Necesitamos agua para enfriar nuestros vehículos y nuestra maquinaria industrial. Y, quizá no sea una necesidad, pero también usamos el agua para practicar deportes o para recrearnos.
Indudablemente el agua es vida... pero no solo para el ser humano. Plantas, peces, anfibios, mamíferos, aves e invertebrados también dependen del agua para vivir. Todos, de una u otra forma, la consumen periódicamente; y para unos, el agua es incluso su hogar o un elemento indispensable en la reproducción. El problema es que el agua es un recurso limitado; sobre todo aquella que a los humanos nos sirve más: el agua dulce. Y, a pesar de ser el planeta del agua, menos del 3% del agua de la Tierra es dulce. Además, de este tipo de agua solo un 30% está disponible para nuestros usos.
En contraste, el crecimiento de las poblaciones humanas parece no tener fin. En el año 2000 había seis billones de personas en el planeta y para el 2050 se calcula que habrá nueve billones. Esto implica un aumento de la demanda con el agravante de que no solo aumenta la población sino la demanda. Es decir, algunas personas consumen más agua que antes. Entonces nos enfrentamos a uno de los desafíos más grandes de todos los tiempos: ¿cómo equilibrar la oferta y la demanda de agua? Porque, aunque la demanda sigue creciendo, realmente no hemos encontrado la manera de producir más agua dulce.
El Ecuador, a pesar de estar en una de las regiones con mayor riqueza de recursos hídricos, no está exento de problemas en la distribución del líquido vital, pues, entre otras cosas, su disponibilidad es desigual; por ejemplo, en Loja o en el norte de Manabí las lluvias y fuentes de agua son muy limitadas, mientras que algunas zonas como las estribaciones orientales y occidentales de los Andes reciben abundantes precipitaciones en ciertas épocas del año. Además, por el calentamiento global y otros fenómenos ambientales, cada vez hay menos agua en el país.
Así, el agua de las regiones más dotadas de Ecuador es cada vez más apetecida por los habitantes de las zonas más secas y, semejante a lo que poco a poco está ocurriendo a escala mundial, los conflictos se van agrandando sin visos de solución. Por otra parte, y para agudizar más el problema, la contaminación de los ríos, que también crece a grandes pasos en todo el territorio nacional, disminuye significativamente la disponibilidad de agua para consumo humano.
Quito, el agua y la BRC
Algunas zonas de la BRC gozan de una gran abundancia de agua. Y en torno a su uso, existen algunos conflictos (evidentes y latentes). Estos conflictos ocurren porque algunas zonas carecen de fuentes de agua para riego y consumo humano.
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