Pero
esta relación no está limitada
a los pueblos indígenas. Con frecuencia
muchos colonos se niegan a cazarlos para alimento,
pues según les he escuchado, “sería
como comerse un cristiano”. También
para los mestizos de los bosques húmedos
del norte de la provincia de Esmeraldas es
inconcebible la idea de comer monos araña,
y explican su sensación tajantemente:
“¡qué me voy a comer uno
de esos, si parecen negritos!”.
Desgraciadamente para los monos araña,
no todos los humanos piensan así, y,
por el contrario, para muchos pueblos indígenas
su carne es muy apetecida.
Las especies
Son
varias las especies de monos araña
que habitan en el Nuevo Mundo; de éstas,
dos están presentes en los bosques
húmedos del Ecuador, y se hallan separadas
por la cordillera de los Andes. Al oriente
habita el mono araña de vientre blanco
(Ateles belzebuth), especie que se
distribuye a lo largo de las estribaciones
subtropicales de la cordillera y en las tierras
bajas de la Amazonía, al sur del río
Napo, que ha sido una barrera infranqueable
para el primate; cabe mencionar que dicho
fenómeno explica porqué el mono
araña está ausente del nororiente
ecuatoriano.
La especie costeña es mayormente negra,
pudiendo presentar pelaje marrón oscuro
en la cabeza. La amazónica, en cambio,
tiene negra la espalda, la parte superior
de las extremidades, parte exterior de la
cola y cabeza, mientras que el vientre y la
parte anterior de las extremidades, cola y
cabeza son amarillas o blancuzcas.
Este primate ha sido motivo de varios estudios
en la última década, la mayoría
de ellos en el interior del Parque Nacional
Yasuní, un lugar donde todavía
se pueden encontrar poblaciones saludables
de monos araña.
Al noroccidente del país habita el
mono araña de cabeza marrón
(Ateles fusciceps), presente en los
bosques húmedos tropicales y subtropicales
de la provincia de Esmeraldas y en las áreas
colindantes de las provincias de Imbabura
y Carchi, aunque reportes históricos
evidencian que en el pasado su rango de distribución
alcanzó hasta el río Chimbo,
donde limitan las provincias de Guayas y Chimborazo.
A diferencia de su hermano amazónico,
el bracilargo de la costa ha sido muy poco
estudiado.
Al
caer la tarde
Con
el pasar del tiempo, los bosques donde habitaban
los monos araña han ido desapareciendo.
La deforestación, la cacería
y el comercio para mascotas son tres graves
problemas que enfrentan estos primates, a
lo que se une su tamaño grande, su
baja tasa de reproducción y la ya mencionada
apetencia que mucha gente siente por su carne.
Las dos especies de mono araña que
habitan en el Ecuador se consideran amenazadas
y han sido protegidas por las leyes. Sin duda
alguna, la que enfrenta mayor peligro es la
especie de la Costa. Y la razón no
necesita ser explicada a fondo, pues este
primate es solo una victima más de
la intensa deforestación y la poca
efectividad en el manejo de los recursos naturales
que existe en la zona y en el país.
Las cifras lo demuestran. Más del 80%
del territorio original del Ateles fusciceps
ha sido convertido en pastos y monocultivos.
Las poblaciones remanentes están limitadas
a zonas inaccesibles y áreas protegidas,
como las Reservas Ecológica Cotacachi
Cayapas, Étnica Awá y Biológica
Los Cedros. Del buen manejo de estas áreas
dependerá la supervivencia de los últimos
bracilargos libres.
El día termina. Los bracilargos regresan
al grupo central. Emiten fuertes alaridos,
pero de menor intensidad que los del amanecer.
Todos han regresado, excepto dos hembras.
Un cazador las ha secuestrado para venderlas
como mascotas.
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