Agosto 1999
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Por Paúl Tufiño
Foto Jorge Anhalzer / Visulafund

La Carita de Dios está cada vez más sucia

Amanece en Quito, "la Carita de Dios". Visto desde el sur, el Panecillo pugna por una bocanada de aire sobre la nube tóxica.

Lunes. Cientos de fábricas y cerca de 200.000 automóviles encienden sus motores arrojando al aire toneladas de humo y gases tóxicos. Amanece en Quito, la Carita de Dios.

En Quito y Guayaquil, al igual que en las grandes metrópolis latinoamericanas como México D.F., Santiago de Chile y Bogotá, la contaminación del aire ha originado una enorme nube tóxica sobre las ciudades. Algo similar empieza a ocurrir en el resto del Ecuador.

En Quito, la cantidad de humo y monóxido de carbono disueltos en el aire han alcanzado niveles que sobrepasan los permitidos por la Organización Mundial para la Salud (OMS). De acuerdo a Fundación Natura y el Municipio Metropolitano, en la capital el 80% de la contaminación del aire es originada por automóviles, que generan 300.378 toneladas métricas de elementos nocivos al año, y el restante 20% por el sector industrial y otras actividades. Un artículo publicado por el diario Expreso el 17 de mayo de este año asevera que en Guayaquil los vehículos producen 44.000 toneladas métricas de elementos nocivos al año, lo que significa el 65% de la contaminación; las plantas eléctricas contribuyen con el 21% y las industrias con el 14%. Estas cifras corresponden a un estudio realizado en 1997 por el biólogo Leonardo Maridueña para el Municipio de Guayaquil.

Quito: un valle encerrado entre montañas

En la capital, al gran crecimiento vehicular (7% anual, más el doble del crecimiento poblacional), la mala organización del tránsito, la calidad de los combustibles, el mal estado y manejo de los vehículos de transporte público y la irresponsabilidad y desconocimiento de la gente, se suma la particular topografía de la ciudad.

Quito se halla ubicada en una meseta a los pies del volcán Pichincha, rodeada por lomas y montañas; esto impide que exista una buena circulación de aire. Según los registros de velocidad de aire, en 1998 el 40% de la frecuencia relatriva anual correspondió a lo que los expertos califican como calmas, vientos de 0,2 a 1 mseg, casi imperceptibles y solo el 5% a brisas leves con vientos de 3,4 a 5m/seg.

Lee el artículo completo en la edición No 4
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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