Si
miramos con atención dentro de un bosque
vamos a notar que hay una alta complejidad
en la distribución del espacio: no
todos los lugares son iguales. Cada especie
encuentra en esa variedad un sitio para cunplir
sus funciones vitales y, por ende, para relacionarse
con el entorno.
Entonces, los bosques encierran un sinnúmero
de microhábitats. Uno de los mas fascinantes
es el de las bromelias. La mayoría
de bromelias crece en forma epífita,
es decir sobre otra planta (aunque hay también
las que crecen en el suelo o sobre rocas),
y constituyen un lugar perfecto para pequeños
animales, ya que por su forma de roseta y
sus hojas alargadas que se disponen en espiral,
crean múltiples espacios internos entre
hoja y hoja (axilas).
Los huaicundos (nombre quichua para las bromelias)
proporcionan escondite y refugio temporal
para algunos animales que encuentran en ellos
agua de lluvia acumulada entre sus hojas,
especialmente cuando ésta escasea en
el ambiente externo. También sirven
como fuente de alimentos, pudiendo ser éstos:
animales, algas acuáticas o partes
de la misma planta como las puyas, aguarongos
o achupallas, diferentes nombres para una
bromeliácea de páramo, en cuyas
hojas los ojos de anteojos encuentran nutrientes
y agua en sus tallos. Muchos otros animales
dependen de los recursos que las bromelias
pueden brindarles. Miles de especies de mosquitos,
zancudos, libélulas y escarabajos han
sido identificados como huéspedes de
las micro piscinas que se forman en las axilas
de las bromelias.
Algunas ranas también se valen de estos
recursos. Especies como el diablito (Dendrobates
sylvaticus) llevan sus renacuajos y los
depositan en las axilas de los huaicundos,
uno en cada axila, en espera de que sufran
metamorfosis. Las bromelias, sin quererlo,
han establecido innumerables relaciones con
flora y fauna. Esto nos da la pauta de cuál
es la verdadera importancia ecológica
que tienen estas plantas, y es una muestra
más de cómo funcionan las relaciones
entre diferentes organismos de nuestra belleza
ecológica sin par.
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el artículo completo en la edición
No 39 de ECUADOR
TERRA INCOGNITA |
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