N° 33 Enero - febrero de 2005
SECCIONES

inicio
archivo
suscripción
quiénes somos
índice
segmentos fijos


ÚLTIMO NÚMERO

contenido


CLUB DE
SUSCRIPTORES


suscripción
museos socios
tarjeta del club

CONTACTO

 

 

Texto Martín R. Bustamante
Foto Martín R. Bustamante / Archivo Numashir

La cecilia más grande del mundo

Este ejemplar de Caecilia guntheri, fotografiado en Otonga, provincia de Cotopaxi, registró una longitud de 154 cm, convirtiéndose en la cecilia más grande que hasta hoy se haya registrado.

Nuestro territorio alberga una enorme diversidad de anfibios, y no me refiero a cuán sapos son nuestros gobernantes, o a nuestra viveza, sino a las muchísimas especies de ranas, salamandras y cecilias que viven en estas tierras. En efecto, los tres órdenes (ranas, salamandras y cecilias) conforman la clase de los anfibios. Hablemos sobre la presencia del tercero de éstos en nuestro país:

Cecilia es el nombre con el que los biólogos conocen a estos anfibios de hasta metro y medio de longitud y sin extremidades que, por la forma de su cuerpo, son comúnmente confundidos con culebras o lombrices gigantes.

Solo unos pocos reconocen a estos raros anfibios (cuyo orden es el de los Gymnophiona, en la clase Amphibia). En efecto, casi nadie diría “mira, una cecilia!” al ver un ejemplar de Gymnophiona (y menos aún “ve ese Gymnophiona”). Y es que las cecilias son tan escasas en el mundo que muy pocas personas saben de su existencia, y menos aún de su ecología.

Ilulos, cecilias, otongos o pudridoras

Las cecilias son tan poco conocidas que no gozan de un nombre vulgar generalizado; cecilia es el nombre técnico vulgarizado proveniente de la familia más diversa de estos animales (Caeciliidae) y no es muy ampliamente difundido. En el mundo apenas se han contado 165 especies de estos animales. El 14% (23 especies) se encuentra en el Ecuador.

En algunas zonas de nuestro país las cecilias son conocidas como ilulos —vocablo quichua de la Amazonia que se utiliza para nombrar a las lombrices gigantes o animales similares—.

Este nombre muy posiblemente se debe al parecido físico externo entre ambos animales, aunque en un análisis detallado se encontrarán radicales diferencias.

Otro nombre utilizado principalmente por colonos y campesinos es pudridoras, esto por la magnificada creencia popular de que, por parecer- se a una culebra, su mordedura causa infección y una fuerte podredumbre en la zona afectada.

Confundir a las cecilias con serpientes es fácil si no se mira con cuidado. Esto hace que se las tema, ahuyente o asesine. Sus similitudes son muchas, pero también sus diferencias: si miramos en detalle la piel de estos anfibios notaremos que no hay escamas externas que la recubran (como las que vemos en los reptiles) sino que su piel es lisa y húmeda. Bajo ésta, de todos modos, hay pequeñas escamas imperceptibles a simple vista. Además, las cecilias no tienen cola.

Hábitos de las cecilias

Tienen cuerpo alargado y usualmente azul o morado, aunque también hay anaranjadas y negruzcas, la mayoría de colores poco llamativos. Viven bajo tierra y por ello generan temor a quien las ve. Para cumplir con sus hábitos, su cuerpo tiene músculos fuertes para hacer movimientos serpenteantes, en los que utilizan su cabeza para excavar. Se desplazan entre raíces y se guían por el olfato para conseguir alimento (comen otros animales subterráneos como lombrices, insectos y babosas).

En Ecuador conocemos, por observaciones de biólogos amigos, que las serpientes coral, que viven a ras del suelo, se alimentan de ilulos. Ya que debajo del suelo la luz escasea, las cecilias no utilizan la vista para orientarse; de hecho, sus ojos son poco útiles y están recubiertos de piel y huesos. Tienen dientes filudos y pueden proporcionar mordidas extremadamente fuertes porque están dotadas de músculos adicionales que además de cerrar la boca, retraen las mandíbulas; por ello, y aunque mordeduras de cecilias a humanos sean raras, hay que tener cuidado, pues una vez que cierran la boca es muy difícil liberar la mordida sin causar daño.

Lee el artículo completo en la edición No 33 de ECUADOR TERRA INCOGNITA


 



 


inicio - archivo - suscripción

CONTENIDO REVISTA 33