14 de marzo de 1944
Luciano Andrade Marín, profesor de Geografía,
emprendió una expedición con otros
dos profesores, tres porteadores y un arriero
con un par de asnos.
El
objetivo aparente de la expedición fue
localizar la comunidad indígena de Oyacachi,
supuestamente localizada entre el páramo
y las planicies amazónicas. En realidad,
lo que más interesaba al grupo de investigadores
era determinar el origen de importantes cantidades
de humo, azufre y ceniza que se había
llegado a Quito. Sin embargo, el informe de
Andrade Marín fue mucho más allá.
Oyacachi,
el pueblo más raro y más remontado
del Ecuador, guardaba revelaciones muy importantes
acerca de la historia del país.
Oyacachi
sin registro cartográfico
En
los años cuarenta, pocos ecuatorianos
sabían que Oyacachi fue el primer “hogar”
de la imagen milagrosa de la Virgen María
que ahora se encuentra en el Santuario del Quinche.
El famoso escultor español, Diego de
Robles, trajo esta imagen a Oyacachi en 1591
y el Obispo de Quito la mandó a mover
en 1604.
Los
historiadores eclesiásticos, a su vez,
conocían esta región como parte
del enorme territorio ancestral de los cofanes,
quienes mataron al misionero jesuita Rafael
Ferrer a principios del siglo XVII.
Al
profesor Andrade Marín le llamó
la atención que, a pesar de ésta
rica historia, este pueblo legendario y tradicionalmente
afamado, no constaba en los mapas, aunque estaba,
casi en los arrabales de la vieja capital ecuatoriana.
Además, se encontraba en un valle, con
entrada franca y expedita a la Amazonía.
Esta
ausencia cartográfica es aún más
sorprendente si consideramos que durante la
época prehispánica y aún
hasta los comienzos del período colonial,
la región oriental de los Andes, en lo
que hoy día es el Ecuador, fue densamente
poblada. Previo a la llegada de los españoles
servía de vínculo cultural, político
y económico entre la Sierra y la Amazonía.
Las estrechas distancias, entre pisos ecológicos
en esta región, permitió que los
territorios de varios grupos étnicos
como los Jívaros, Cañaris y Panzaleo-Quijos
se asentaran en franjas orientadas en el sentido
este-oeste.
Estas
franjas cruzaban los Andes y hasta, en algunos
casos, llegaban a la Costa. Sin embargo, en
la Colonia, aquellos grandes sistemas transregionales
fueron abandonados. Aunque en tiempos prehispánicos,
debido a las diferencias culturales, resultaba
difícil el intercambio entre los pobladores
de los Andes y los de la Amazonía, se
lograron estructurar sistemas de intercambio
cultural y comercial. Después de la conquista,
esa fluidez quedó interrumpida: la zona
de transición fue abandonada.
Que
yo sepa, el pueblo moderno de Oyacachi, a 3.140
m de altura, es el último asentamiento
autóctono en la ceja de montaña
oriental ecuatoriana. Como los pueblos montañeses
del pasado, Oyacachi mantiene vínculos,
tanto hacia la Sierra, como hacia el Oriente.
Si
bien los habitantes hablan un dialecto andino
(variante del quichua) y también se visten
como los indígenas serranos, ocupan una
zona de transición, tanto biológica
como cultural.
Manejan
una gran variedad de productos del lugar, por
ejemplo, la madera de aliso, con la que fabrican
mama cucharas y bateas; o las tablas de cedro,
que comercializan (venta o intercambio) en las
comunidades andinas aledañas.
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