A eso de las tres de la tarde me disponía
a viajar a la zona de la Mitad del Mundo para
darme cita con los únicos mamíferos
voladores del planeta: los murciélagos.
Una vez allí, a la entrada de las cuevas
de San Antonio de Pichincha me colocaba las
botas, y con mi linterna frontal me disponía
a ingresar en el lugar, mientras la mirada
atónita de los visitantes del balneario
que rodea a las cuevas no dejaba de seguirme
hasta que me perdía en la oscuridad.
Hace siete años decidí estudiar
a estas criaturas. Pero ¿por qué?,
si a decir de mucha gente son animales tan
feos, sucios, rabiosos, chupa sangres, diabólicos,
ratas voladoras... O al menos, esa fue la
primera impresión de mucha gente que
escuchó hablar de los murciélagos.
Por ello, a pesar de ser tan difamados, se
convirtieron en seres aún más
interesantes para mi.
En el Ecuador, se conocen sobre las 140 especies
de murciélagos, por lo que constituyen
el grupo de mamíferos más numeroso
del país. Esta situación es
única para América tropical,
pues en el resto de países del mundo,
el grupo dominante dentro de los mamíferos
es el de los roedores.
Los podemos encontrar en todas las zonas de
vida por debajo de los 4 400 metros sobre
el nivel del mar. Así, la especie que
habita a mayor altura, en el páramo,
es el murciélago orejón andino
(Histiotus montanus), caracterizado
por su abundante pelaje que lo protege del
clima típico de esta zona. Son mucho
más diversos en los trópicos,
aunque también se los puede encontrar
en las Islas Galápagos donde viven
dos especies de murciélagos, de las
cuales, una (Lasiurus brachyotis),
es endémica, es decir, habita únicamente
en el archipiélago.
Lo que la gente no sabe de los murciélagos
La mayoría de gente piensa que los
murciélagos viven solo en cuevas, pero
en realidad habitan en muchos otros lugares.
Se los pueden encontrar en túneles,
troncos huecos, raíces de grandes árboles,
ramas y hojas de árboles, bajo puentes
y hasta en los techos de las casas de campo
y por que no, de grandes ciudades, por lo
que en muchas ocasiones resulta fácil
matarlos, siempre, por falta de conocimiento.
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el artículo completo en la edición
No 26
de ECUADOR TERRA
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