¡Ya están llegando las ballenas!,
es la frase que desde el mes de junio de cada
año se escucha con frecuencia en la pequeña
población de Puerto López. Esto
despierta sentimientos encontrados en los pobladores;
a unos les llena de júbilo, a otros les
preocupa, y al resto les es indiferente.
¿Cómo entender estos sentimientos?
Para empezar, debemos comprender que Puerto
López ha sido y es un puerto pesquero;
actividad que se remonta a más de 1.500
años, en ese entonces practicada por
quienes conformaron el señorío
Sercapez (antiguo nombre de Puerto López),
el cual perteneció a la gran confederación
Manteña. Muchos de los pobladores actuales
son descendientes de esta cultura; basta ver
sus rasgos físicos para reconocerlo.
En la actualidad Puerto López es una
de las más importantes caletas pesqueras
de la Costa ecuatoriana.
Considerando aquello, es fácil suponer
que la pesca activa la economía de la
comunidad, la que en su mayoría trabaja
y se beneficia directa o indirectamente de ella,
realizada principalmente en la zona de playa
y en las 16 millas marinas colindantes.
En consecuencia, todo aquello que afecte al
normal desenvolvimiento de la actividad pesquera
es motivo de preocupación y rechazo.
Paralelamente, debido en especial a la amplia
difusión nacional e internacional que
se le ha dado al Parque Nacional Machalilla
y a uno de sus recursos estrella: la ballena
Jorobada, ha aparecido en escena un sector turístico
que, aunque joven, se está desarrollando
rápidamente, sobre todo en infraestructura
privada: producto directo del incremento paulatino
de turistas y visitantes a la zona. Este sector
ha tomado como centro de sus actividades a Puerto
López por tener una mejor infraestructura
de servicios básicos que las comunidades
cercanas.
Lamentablemente, el proceso de inserción
de la actividad turística en la zona
se dificulta por la falta de planificación
y criterios técnicos. Los problemas giran
en torno a factores sociales, culturales y de
uso de recursos.
Tal es el caso de lo ocurrido en 1999, cuando
a un inversionista extranjero le fueron aprobados
los permisos para la construcción de
un parador turístico en la parte sur
de la playa. El hecho causó profundo
disgusto en los pescadores artesanales, quienes
se sentían afectados porque a ellos no
se les habían otorgado permisos de ninguna
índole para el uso de la playa, e incluso
los habían desplazado. Pese al reclamo,
la construcción se llevó a cabo.
Los pescadores se reunieron y formaron una multitud
enfurecida que, durante una manifestación
nocturna, trataron de incendiar la infraestructura
turística, lo cual fue impedido por marinos
y policías.
Al día siguiente empezaba el 1er. Festival
de Observación de Ballenas Jorobadas.
Estaban invitados importantes funcionarios del
Gobierno y connotados inversionistas. Los pescadores,
aún reunidos, decidieron boicotear el
acto. La información llegó a oídos
de los organizadores del festival. Ellos tomaron
la iniciativa y convencieron a los pescadores
de que, en lugar de utilizar la violencia, se
incorporen a las celebraciones participando
en un desfile que inauguraría el evento.
Los pescadores accedieron.
Durante el desfile, fue notoria la presencia
del sector pesquero, cuyos miembros presentaron
pancartas con frases como: “La pesca nunca
morirá”, “Nosotros somos
la principal actividad económica de la
región”, “El turismo y las
ballenas son importantes pero nosotros también”,
entre otras.
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No 23 |
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