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Por Marisol Ayala
Foto Murray Cooper

Conservación en manos privadas

La Reserva los Cedros está al noroccidente del Ecuador y protege 8 000 ha de remanente boscoso del Chocó.

Las imágenes pasan rápidamente por mis ojos y me dejan diferentes recuerdos: distintos paisajes y formas de ver la vida. Voy por la vía Calacalí-Los Bancos, y de pronto mi mirada se detiene en el bosque afortunadamente protegido de los alrededores de Nanegalito y Mindo. Las nubes lo cubren misteriosamente y bajo ellas se encuentran un inmenso número de plantas y animales, propios de las estribaciones andinas. Entonces pienso en los lugares bonitos del Ecuador, ¡hay tantos! Me vienen a la mente imágenes de nevados, montañas, cuevas, ríos, cascadas, páramos, bosques nublados, tropicales húmedos y secos, manglares, playas, costas rocosas, y muchos más, diferenciados ante los ojos de los expertos. Todos distintos y a la vez parecidos, todos ricos en diferentes formas de vida.

Y me pregunto ¿quiénes son los responsables de que aún existan tantos lugares espectaculares?, así como tantas veces he pensado en quiénes son los culpables de que desaparezcan. Algunos son parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP), pero muchos no; gran parte de ellos se encuentra en manos privadas, son territorios de comunidades indígenas, afroecuatorianas, de colonos o de diversos propietarios. Unos son propiedades y posesiones de gente que ha vivido allí por largo tiempo, que no ha tenido la necesidad de toparlos en algunos casos y que no ha querido en otros. Hay también algunas organizaciones no gubernamentales y personas particulares que adquieren tierras para cuidarlas y dar cabida a tantas especies que cada vez encuentran con más frecuencia las puertas cerradas en el camino de la supervivencia.

Los motivos para conservar son diferentes y la forma de hacerlo también. Algunas comunidades indígenas de la Amazonía han protegido a su manera sus territorios ancestrales. Ese es el caso de los huaoranis que cuidan el bosque, pero a la vez son cazadores, utilizan sus plantas y tienen derechos colectivos sobre él. Es una forma tradicional de conservación que es importante que sea valorada para que continúe en las próximas generaciones.

Otro ejemplo de participación local en la conservación es la familia Tapia, que con esmero cuida la Reserva Integral Otonga, ubicada en las estribaciones occidentales de los Andes, en la provincia de Cotopaxi. Don César Tapia comenzó a trabajar en conservación hace ya 15 años cuando Giovanni Onore, catedrático de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, ingresó a la zona en su labor como curador del Museo de Invertebrados. En el continuo ir y venir del profesor, la amistad con la familia fue creciendo así como su sensibilidad y amor por la naturaleza. Don César, que antes cazaba todo animal que se le cruzara y talaba los árboles para tener potreros, ahora se encarga de reforestar y cuidar las casi 1 000 hectáreas de bosque nublado que conforman la reserva.

La gente que comienza a trabajar en conservación generalmente no para, ese es el caso de la estadounidense Susan Shepard que, a sus casi 80 años, sigue cuidando el Bosque Protector La Perla. Su propiedad, la hacienda La Perla, tiene una superficie de 600 ha y se encuentra en el sector de La Concordia. Susan cuenta que cuando llegó al Ecuador, en el año 1949, solo había selva en los alrededores de La Concordia.

Lee el artículo completo en la edición No 16
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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