Además,
algunas de estas compañías introducen
armas de caza al área para que sus turistas
disfruten de la “aventura” en la
selva, para que prueben carne de monte, para
que tengan el “gusto” de disparar
contra caimanes, de noche, cuando se puede acercar
sin problema a estos tranquilos animales y fusilarles
a un metro de distancia. Tamaña valentía,
tamaña aventura... Esta es la triste
realidad. Cuarto, y también hay que decirlo,
los propios turistas, ¡tan cuidadosos
en sus tierras lejanas, tan atentos a los problemas
ambientales! Sin ser debidamente acompañados,
se convierten fácilmente en destructores
del entorno, y esto lo digo sin cuidado, sin
consideración alguna ni de nacionalidad,
ni de raza, ni de nivel educativo y cultural.
La legislación ecuatoriana prevé
que las compañías turísticas
que operan en la Amazonía funcionen bajo
ciertas reglas; entre otras, la de tener guías
portadores de licencias otorgadas por el Ministerio
de Turismo. Los guías nativos, en este
caso los huaorani, deben también poseer
sus credenciales al día. Tuve la suerte
de participar directamente en cursos de formación
de guías tanto nativos como de las agencias
de turismo y sé perfectamente que la
mayoría de los operadores poseen personal
calificado, al menos en los puntos técnicos
relacionados con el trabajo de guía.
Conocen las plantas, las aves, saben la historia
de las comunidades indígenas de la zona,
saben mucho acerca de la geografía y
de la historia del Ecuador. No obstante, deberemos
intensificar los esfuerzos sobre aspectos ligados
al respeto al medio ambiente y la consideración
con el entorno. Es un problema de valoración
de sí mismos y de entrega de una buena
imagen del país.
¿Cómo queremos atraer visitantes
internacionales, cómo queremos atraer
divisas, si para acceder a cualquiera de nuestras
playas debemos primero atravesar los campos
de desperdicios nauseabundos situados de lado
y lado de nuestras carreteras y ciudades costeras?
Todas, sin excepción, adornan sus entradas
y salidas en un cortejo deprimente de plásticos,
vidrios, papeles y envolturas azules de racimos
de banano.
Ahora esta plaga se ubica también a orillas
de nuestros ríos. ¿Quién,
a futuro, vendrá a conocer las maravillas
de la naturaleza ecuatoriana? Se sueña
con el ecoturismo, se menciona esta “industria
verde” como el porvenir de nuestra economía
una vez que se hayan acabado las bonanzas del
petróleo. Ecología, ecoturismo,
eco-esto, eco-lo-otro. Es una moda hoy en día
poner un “eco” acomodado en todos
los discursos, todos los proyectos, todos los
letreros publicitarios. La utilización
de esta palabra debe ser medida y aplicada a
su justo valor.
Eco es la casa de uno, el planeta; ecología
es el estudio de la casa (el estudio del planeta).
Ecoturismo debe ser el “turismo a través
de la casa”, y cualquiera de nosotros
respeta su casa, la cuida, no la llena de desperdicios...
El eco- turismo, palabra inventada internacionalmente
que justifica nuestra intención de atraer
hordas de viajeros dolarizados, el ecoturismo,
palabra que corre el riesgo de estar desgastada
antes de haber sido bien utilizada...
En nuestra recolección de basura en el
Shiripuno hicimos ciertamente una acción
real de ecoturismo. Todos: guía nativo,
puntero, turistas, todos estuvimos involucrados
en una tarea necesaria aunque poco agradable.
Ojalá otros no tengan, a futuro, que
seguir actuando en calidad de “recolectores
de basura del río Shiripuno”
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