Julio de 2001
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Por Murray Cooper
Foto Murray Cooper

Los secretos del Microcosmos

Esta araña en una flor de pasiflora cambia de color según el sustrato en el cual se encuentre.

Hay quien sostiene que cada uno de los infinitos rasgos del Universo tiene su reflejo en los diminutos detalles del micromundo, evidenciando así los intrincados y sutiles vínculos entre las distintas dimensiones. Los minúsculos detalles de la naturaleza, cuando los examinamos de cerca, son siempre una sorprendente revelación visual. A medida que profundizaba más en la micro-fotografía, empezaron a cautivarme más y más las interconexiones entre los seres vivos y su íntima relación con el universo circundante.

Este tipo de interacciones entre los miembros de un sistema viviente es común a todos los organismos. Cuando la asociación es beneficiosa para los miembros de la misma, los ecologistas la llaman ‘simbiótica’ o ‘mutualística’. Además, estas relaciones constituyen un factor fundamental para la salud integral del ecosistema. Hemos descubierto y estudiado la mayoría de las criaturas más grandes con quienes compartimos este mundo; sin embargo, en el diminuto mundo de la hormiga y de la pulga, o de organismos incluso más pequeños, todavía no comprendemos más que una fracción de sus relaciones con el conjunto, de sus hábitos de comportamiento y del papel que desempeñan dentro de las esferas de vida que les rodean.

Para tener una idea de la complejidad y el carácter de estas conexiones, podemos poner como ejemplo a un pequeño insecto en el que se han realizado interesantes estudios: la hormiga. Es difícil comprender que animales tan ligeros contribuyan con el 50% del peso de todos los animales vivos en la selva amazónica; tal es su abundancia y variedad, que prácticamente todos los árboles y plantas tienen algún tipo de relación con ellas. Por ejemplo, las hormigas de la foto (familia Formicaridae) ‘ordeñan’ a otros insectos llamados ‘áfidos’ para obtener el líquido que secretan, y luego usarlo como alimento para las hormigas juveniles. El áfido, a cambio, recibe protección por parte de las hormigas, quienes incluso lo guardan ‘bajo techo’ durante la noche, introduciéndolo a la oquedad del árbol en que habitan. También este árbol recibe sus beneficios por abrigar a las hormigas y a sus ‘vacas’; las hormigas lo protegen de otros insectos u animales que se alimentan de sus hojas y aprovecha los nutrientes provenientes de los desechos de las hormigas.

Otro caso que ilustra la complejidad de las relaciones entre especies es el de las hormigas Allomerus y los árboles del género Cordia en la Amazonía. Las hormigas esterilizan al árbol en que habitan comiéndose sus flores; de esta manera el árbol no puede producir semillas. La energía que el árbol ahorra al no reproducirse la utiliza en un mayor crecimiento. Al hacerse más grande, el árbol provee mayor espacio para que la colonia de hormigas pueda a su vez crecer. Es importante anotar que esta relación no es de simbiosis, sino que en ella la hormiga actúa como un parásito. La relación no causa un mutuo beneficio; más bien, la hormiga se beneficia en perjuicio del árbol que no puede reproducirse. En otras especies, sin embargo, las hormigas benefician a la reproducción del árbol al proteger sus flores de los depredadores.

Lee el artículo completo en la edición No 13
de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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