En dos sectores de una de las provincias más biodiversas del Ecuador surgen como hongos de la mala suerte las excavaciones mineras informales. Su capacidad de devastación del paisaje natural es espeluznante. En Yutzupino, rivera sur del río Jatunyacu, esta actividad minera se expandió más de setenta hectáreas en apenas tres meses (octubre 2021-enero 2022), según grafican los mapas de Datos MapBiomas Amazonía, de EcoCiencia y los de Amazon Conservation (www.maaproject.org), para alcanzar ya cerca de quinientas hectáreas en esta zona. En Yutzupino hay una concesión minera a la empresa TerraEarth Resources, pero la expansión ilegal de la minería va más allá de la concesión. Allí, las autoridades mineras y ambientales del estado realizaron un operativo para contener la minería ilegal; sin embargo, luego del operativo la explotación con gran maquinaria ha continuado.
Al norte de la provincia, en el río Punino, EcoCiencia reporta que en un año se abrieron más de treinta hectáreas de explotación que sigue el mismo patrón que en Yutzupino: remover y dragar gran cantidad de suelo en las orillas y del lecho del río para escarbar el oro. En Punino hay dos concesiones de “pequeña minería de oro”, pero la actividad va más allá de las concesiones.
En otras imágenes satelitales de la misma organización se muestran 120 puntos donde se hace minería en esta provincia –otro ejemplo son las 120 hectáreas alteradas en el río Huambuno–, e incluyen varios puntos dentro de la reserva biológica Colonso Chalupas y muchos puntos dentro de territorios de comunidades Kichwa. Las afectaciones no se limitan a las áreas de explotación, pues además incluyen apertura de vías, campamentos, contaminación por la propia actividad extractiva, mal manejo de desechos sólidos y aguas residuales.

No es menos alarmante la expansión de las concesiones mineras formales. Sobre algunas de ellas se ciernen muchas dudas respecto a su manejo ambiental, al procedimiento para obtener licencias ambientales y a su impacto en el frágil tejido social de esta región de la Amazonía. Napo es un imán para el turismo de naturaleza y aventura y, en esta zona, en especial para los deportes acuáticos por sus ríos torrentosos. La minería en las riberas de estos ríos, sea esta informal o formal, se contrapone con cualquier otra actividad alternativa más sostenible que ahí pueda darse.