En la esquina suroccidental de la plaza grande hay unas gradas semicirculares donde se acomoda el público de artistas callejeros. Detrás está la majestuosa catedral de Quito cuya entrada principal, curiosamente, no da a la plaza mayor sino a la calle García Moreno. Su construcción y posteriores reconstrucciones duraron casi 240 años, luego de que la catedral original, construida con barro apenas cuatro décadas después de la llegada de los españoles a América, se demoliera en 1562 para dar paso al actual edificio de piedra. Su forma y que se abra hacia un costado obedecen a la presencia de una gran quebrada —hoy inexistente— a sus espaldas. En su arquitectura monumental destaca su cúpula de cerámica verde vidriada. Sobresale también un gallo de metal que se mueve al son del viento y en torno al cual han surgido varias leyendas. Dentro de la catedral resaltan una serie de retablos, hornacinas y efigies trabajados por escultores como Caspicara, lienzos de gran tamaño y mucha ornamentación labrada en plata, bronce o con baño de oro. En una pintura de la Última Cena se incluyen cuy, humitas y chicha. La catedral tiene además un museo que cuenta la historia de esta edificación, de la vida religiosa del Quito antiguo, libros corales y objetos de metales preciosos. La catedral también alberga los restos de Antonio José de Sucre en una urna de andesita, así como de Federico González Suárez, Carlos Montúfar y otros cuantos personajes de la historia ecuatoriana.
El museo esta abierto de lunes a viernes de 10h00 a 16h00. Sábado y domingo de 10h00 a 14h00.
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Telf. 02 2570 371
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