La
alta Amazonia es un área extremadamente
diversa. En palabras del fallecido botánico
Alwyn Gentry, “no hay ninguna otra región
en el mundo con mayor diversidad biológica
o cultural que la alta Amazonia”. Solamente
en el Ecuador, un país relativamente
pequeño, se pueden encontrar 20.000 especies
de plantas, al menos 13 lenguas distintas con
importantes va- naciones regionales, y montañas
de más de cinco mil metros brillando
sobre sus laderas cubiertas de bosques tropicales.
La alta Amazonia es un verdadero tesoro natural
y es una de las últimas regiones de la
Tierra que aún mantiene altos niveles
de diversidad biológica y cultural. Estas
son algunas de las razones por las que esta
cuenca se considera un área estratégica
para la conservación. La importancia
de proteger los bosques que todavía nos
sobran es fácil de entender si tomamos
en cuenta que ayudan a mantener la estabilidad
climática global, acogen una diversidad
biológica y cultural incalculable, y
suministran agua, recursos renovables, medicina,
fertilidad a los suelos, fundamentos espirituales,
terapia y sombra.
Aquí, quisiera concentrarme específicamente
en el actual problema de la desaparición
del conocimiento tradicional sobre las plantas
entre las poblaciones indígenas y rurales
del Ecuador. También quisiera presentar
a la etnobotánica como una herramienta
que permite llegar a soluciones constructivas
y creativas.
El saber vernáculo acerca de las plantas
está desapareciendo a una velocidad alarmante,
a momentos más rápidamente que
el mismo bosque. Cuando la gente vive en una
relación directa con el bosque, éste
es visto como una farmacia y como un gran maestro
espiritual. Esto genera respeto por el entorno
y una mayor conciencia de la necesidad que hay
de protegerlo. Con la desaparición del
saber tradicional crece la dependencia en productos
externos como medicinas alopáticas y
alimentos industrializados, y el bosque sucumbe
ante usos insostenibles del suelo. La explotación
petrolera, la extracción de madera y
la cría de ganado destruyen la integridad
del frágil ecosistema selvático.
Los ancianos, en los que reposa el saber del
bosque, por lo general no se interesan en compartir
su conocimiento a menos que alguien se muestre
dispuesto a aprender. Muchos jóvenes
reconocen el valor del conocimiento tradicional,
pero no saben cómo empezar a asimilarlo
y aplicarlo en un entorno cultural y físico
que ha cambiado mucho con respecto al de sus
padres. Este es un grave problema porque la
supervivencia del saber práctico desarrollado
por las culturas del bosque es crucial para
el bienestar de las poblaciones rurales, así
como para la misma supervivencia del bosque.
En la alta Amazonia hay cientos de comunidades
indígenas que han recibido títulos
por miles de hectáreas de selva. Con
la inclemente realidad de disolución
cultural y presiones económicas a las
que están actualmente sometidas, la supervivencia
del bosque queda en las manos de gente que está
olvidando la manera de vivir de la floresta.
Lee
el artículo completo en la edición
No 11
de ECUADOR TERRA
INCOGNITA |
|