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no. 104
noviembre diciembre 2016

 

 

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Carta del editor

En el vodevil de las naciones, a los países exportadores de materias primas se les adscribe caracteres ligados a esos productos. De ahí que la caricatura de caciquismos grotescos y corruptos se resuma como banana republic. Una variante más ominosa es el petrodespotismo: repúblicas barnizadas con el pillaje, la inmundicia y el clientelismo de la economía petrolera. La realidad del Ecuador, con frecuencia siguiendo las alzas o bajas en los precios del petróleo, se aleja o se acerca a esta caricatura.

En el pasado hemos abogado porque, en lugar del noble pero solemne cóndor, nuestro símbolo sea el colibrí (ETI 76). En esta edición reseñamos un producto que podría ser el emblema del Ecuador pospetrolero: el cacao. Este cultivo ya fue nuestra principal exportación, y tiene su lugar en la imagen que tenemos de nosotros mismos, aunque más bien asociado con un pasado de gamonalismo que cumplió su ciclo y colapsó.

No obstante, recientes acontecimientos han vuelto a valorizar al cacao en el imaginario nacional. Por un lado, nueva evidencia ecológica, genética y arqueológica sugiere que el origen y la domesticación del cacao pudiera ser nuestra Amazonía (ETI 85). Por otro, han surgido un sinfín de iniciativas tanto artesanales como industriales para producir y exportar chocolate de calidad en lugar de la pepa cruda. De forma paralela, después de décadas de haber estado sometido a sucedáneos de manteca de cacao o de palma, de pésima calidad, el público va recuperando una cultura del buen chocolate.

Así como podemos ser el país del cacao, podríamos ser el de los sapos (ETI 58), de las orquídeas (ETI 31), de las palmeras (ETI 86), de las papas (ETI 42) o de las... ¡lagartijas! En este número presentamos un portafolio fotográfico de este grupo de reptiles, tan variado como desconocido. Por último, viajamos al río Napo, donde la comunidad kichwa de Añangu estableció y maneja un proyecto de turismo comunitario ejemplar: el Yasuní Kichwa Lodge.

Esperamos que el chocolate haya quedado espeso, como a usted le gusta, lector.

Correo

Este es un espacio de diálogo. Envía tus opiniones o noticias a ecuadorterraincognita@yahoo.com. Por espacio o claridad, las cartas pueden ser editadas.

Antártida y pueblo sápara

Les escribo para felicitarles por su excelente trabajo y para aportar con dos comentarios. El primero, que como personalmente me gustan las ediciones variaditas, me encantó el número que tiene el reportaje de la Antártida como tema de portada (ETI 102). El otro artículo que trae la revista sobre la realidad de los sáparas es fascinante y preocupante. Ojalá pudiéramos disfrutar más de visitas a su territorio, aunque eso puede ser contraproducente por el impacto cultural que necesariamente trae el turismo. Por otro lado, conocer mejor a este pueblo puede servirnos para entender cómo podríamos detener tanta debacle que estamos causando por lo que llamamos “civilización”.

Eduardo Corral


Agua de riego

Muy interesante el artículo de Melissa Moreano sobre el agua de riego en distintas regiones del país (ETI 102). Los antiguos valles agrícolas que rodean a la ciudad de Quito se beneficiaron también de distintos canales de riego provenientes de los nevados y de los páramos orientales. En la actualidad, los valles son cada vez más urbanos, lo cual ha derivado en la mala utilización, desperdicio, taponamiento y deterioro de los canales de riego.

En el sector de Tumbaco donde vivo hay algunos ramales del canal de riego que están atravesados por conjuntos habitacionales, lo que dificulta el acceso de los usuarios al canal. En general, las acequias se taponan de basura y el agua se desparrama a las calles. Incluso hay lugares donde el agua de riego se usa para lavar vehículos o las acequias se usan como escombreras. Nos inunda la falta de respeto a este recurso vital para muchas familias que viven de la agricultura.

Pedro Brito, Tumbaco


Alacranes

Cuando vi la portada de su revista anterior pensé: ¡no sabía que existían alacranes azules! Luego, cuando leí que solo eran azules a los ojos de otros alacranes, pensé que sería chévere mirar en ultravioleta o en infrarrojo, cosa que los humanos no podemos hacer. Les agradezco y les felicito por brindarnos información tan interesante en cada nueva edición, incluso sobre animales como estos, que no están entre mis preferidos. La próxima vez que vea uno procuraré admirarlo por ser tan primitivo y tan “azul”. Si las fotos de la Antártida que salieron en la edición anterior (ETI 103) me dejaron con la boca abierta, las de estos animales también.

Patrica Flores, Pacto

 

 


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