Es una de las once especies de gecos endémicas de Galápagos. Los gecos tienen algunas peculiaridades que los distinguen de las lagartijas. Por sus hábitos nocturnos, tienen grandes ojos con pupilas verticales, que permiten una amplia apertura. Y no tienen párpados; se limpian y humectan los ojos con la lengua. Tienen dedos ensanchados como hojas —de ahí su nombre: phyllon, hoja; daktylos, dedos— cuya asombrosa piel es tan adherente que les permite caminar hasta en los tumbados. Desde ahí emiten esos chirridos como de pato característicos de las casas de los trópicos. Dos de sus atributos explican que hayan colonizado tantas islas: las hembras pueden reproducirse sin necesidad de machos, y son los únicos escamosos con huevos de cáscara dura, que impide la deshidratación. Esta especie de Santa Cruz está amenazada por las ratas y gatos ferales, y por los gecos introducidos del continente que podrían desplazarlos.