Los osornosapos son criaturas “extrañas”, tanto por su apariencia como por lo poco conocidos que son. La mayoría de las once especies del género recién fueron encontradas durante los últimos treinta años. Ocurren en páramos y bosques nublados remotos, en pocas localidades de Colombia y Ecuador. Esta especie, O. occidentalis, es la única en los bosques nublados de la vertiente andina occidental. Están en el suelo, escondidos al interior de bromelias o entre la hojarasca o el musgo, donde se camuflan con éxito gracias a sus colores crípticos y verrugosa piel. Durante el día, gatean con la lentitud de su voluminoso cuerpo y sus patas cortas y debiluchas. Sus crías, hasta donde se conoce, salen del huevo como sapos ya formados. La ausencia de williwillis les permite tener una vida terrestre en su totalidad. Están seriamente amenazados porque gran parte de su rango en la cordillera de Toisán está concesionada para la minería.