Ocho
kilómetros al norte de la pob1ación
de Saraguro, en la provincia de Loja, se encuentra
la parroquia de Urdaneta o Paquishapa, en
cuyos campos se registra un sitio arqueo1ógico
conocido como León Dormido o Paredones.
El primer nombre obedece a la presencia de
un promontorio rocoso que tiene la forma de
un felino recostado, mientras que el segundo
alude a la existencia de antiguas paredes
de piedra.
El
alentamiento arqueológico comprende
tres sectores:
1. Un conjunto de cimientos, entre ellos una
kallanca (construcción alargada) y
restos de habitaciones mas pequeñas.
2. Área de las colcas o depósitos
de alimentos. Está construida en la
ladera oriental del cerro León Dormido.
Se trata de una hilera de 12 depósitos
cuadrangulares de aproximadamente 4 x 6 metros
por lado.
3. Un sendero, probablemente incaico, que
conduce a la cima de la colina convertida
en mirador, que ofrece una extraordinaria
vista del hermoso y productivo valle de Saraguro.
En este trayecto, rocoso y empinado, se advierte
un camino de probable origen antiguo. El camino
se dirige a una cima en la que sobresalen
algunas piedras. En la superficie de estas
piedras existen huellas que probablemente
fueron hechas por el hombre.
Las
coleas son comunes en los asentamientos incaicos.
Se construyeron como parte de la infraestructura
del estado con la finalidad de almacenar los
excedentes de la producción agrícola
para luego utilizarlos en zonas deficitarias
o en situaciones de calamidad o de guerra.
Durante la conquista y colonización
española, los cronistas y viajeros
las identificaron a lo largo del Tahuantinsuyo.
En palabras del clérigo Murúa:
“Estos depósitos, que ellos llaman
colcas y nosotros diremos alholíes
o graneros, estaban encomendados a personas
principales e indios de mucha cuenta y razón,
los cuales tenían todo lo que se gastaba
por sus quipos. Estos bastimentos estaban
guardados para que, cuando se ofrecía
guerras o conquistas y el Ynga sacaba de las
provincias gente de guerra, les diesen de
ello lo necesario para el camino, y cuando
pasaban por allí compañías
de soldados, se les proveía por orden
del Ynga”. (Martín de Murúa.
Historia General del Perú. Edición
de Manuel Ballesteros, historia, 16, Crónicas
de América 35, Madrid, 1987, p. 36).
Otros elementos arquitectónicos estuvieron
destinados a un centro administrativo y probablemente
residencia de una guarnición militar
y de autoridades locales. Los vestigios de
estos edificios ahora se conservan únicamente
en sus bases.
Aunque no hay estudios de este sitio, se lo
cataloga como de origen inca, es decir de
fines del siglo XV. Según Max Uhle,
el nombre nativo de estas construcciones es
Villamarca-Auna.
El área de Paredones se halla bastante
destruida, no obstante se advierten hileras
de muros y restos de paredes a ras del suelo.
La zona de las coleas ha sido también
alterada, principalmente por habitantes locales
que han retirado las piedras para utilizarlas
en viviendas actuales. Otro factor que amenaza
estas estructuras es el matorral que cubre
gran parte de los muros. En todo caso, hay
suficientes evidencias como para emprender
en un programa de rescate monumental y puesta
en valor.
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