N° 64 - marzo abril2010
 

 

 
 
 
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Por Julio Pazos B.


Canario


En algunas casas todavía convidan a los visitantes con canario. En las casas que abrigan a familias numerosas: abuelos, hijos, nietos, sobrinos… siempre habrá una persona de más edad, generalmentela madre, que celebre la visita de los parientes. Pero hay casas con personas solas con acumulación de viejos objetos, casi siempre despostillados. Las visitas a estas casas son, tristemente, menos frecuentes. En estas ocasiones una tía abuela ofrece canario en unas copas de cristal tallado y ribeteado con filitos de oro.

En ciertos hogares tradicionales, de por lo menos seis hijos, a las visitas de los parientes se suman las de sacerdotes de diversas órdenes y de monjas. Para amenizar la tertulia que versa sobre los ejemplos de los santos fundadores o los remedios caseros contra la tos o el estrabismo, cuando no es sobre las obligaciones impuestas por el superior o la superiora, la anfitriona ofrece canario. Estas visitas comienzan a las tres de la tarde y terminan a las seis.

El canario es una bebida muy agradable y debe su nombre al color. Ese amarillo se consigue con la utilización de los huevos que llaman de gallo y gallina, puesto que sus yemas son de un amarillo muy intenso, semejante al del plumaje de los canarios. Para un litro de leche son buenos unos catorce huevos, una taza de azúcar, tres clavos de olor, cuatro pimientas dulces, un ishpingo, un cuarto de aguardiente, una raja de canela. Se procede a cocinar la leche con las especias y el azúcar hasta que la leche tome sabor. Una vez fría la leche y cernida se la mezcla con las yemas batidas y pasadas por un colador. La cacerola vuelve al fuego y con un hervor es suficiente. Mientras se enfría este ponche se baten a punto de nieve las claras. En el vaso de la licuadora se vierte el ponche, la espuma de las claras y una cantidad de aguardiente y se licua. El canario se envasa en una botella muy limpia y en la que se ha revuelto algo de aguardiente.

Recomiendan que el aguardiente sea de buena calidad. Dicen que los mejores son de Yunguilla, de Pallatanga, de Echandía, de El Corazón (cantón Pangua). En todo caso, un buen canario no se corta y no dura porque nadie se quedará conforme con una sola copa. Es un licor para beber con lentitud mientras se habla de los parientes que malgastaron la fortuna y de otros que emigraron a Montreal; mientras se conversa de los obispos jubilados y de las costumbres inocentes que imponen las monjas en sus colegios. El canario es un licor que se lleva bien con los recuerdos, porque la receta se conserva en una amarilla hoja de papel y se guarda en algún escritorio que se salvó de la moda y del crecimiento de las ciudades.


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