Al
pasar por los páramos tan majestuosos
y fríos, parece inconcebible que haya
gente que viva en estos “desiertos”
de paja. Es un mundo tan diferente, un archipiélago
de lomas y aristas y aunque parezca, no es otro
que el mismo Ecuador. Lejos de los grandes edificios,
de las carreteras, la gente del páramo
es orgullosa de lo suyo.
En estas soledades viven indígenas empujados
a las alturas desde tiempos de la conquista;
también algunos mestizos que heredaron
de los usurpadores el caballo y el ganado bravo,
y de los nativos el amor por el viento, el sol
y los espacios abiertos. Estos son los chagras,
vaqueros de altura, arrieros de reses bravas,
cuidadores de vestigios de la cultura ecuatoriana.
Son gente que parece creada del mismo barro
del páramo.
Hay en el Antisana un páramo al que llaman
Muertepungo. Tiene un cráter sin montaña
que vomitó un flujo de lava hace ya doscientos
años, pero está tan bien conservado
que, visto desde las lomas aledañas,
parecería haber ocurrido ayer. Al borde
de la piedra hay una laguna y entre ambos una
vaquería regentada por el chagra mayor
don Cipriano, que junto con su colega don Jaime,
suman ciento cincuenta años; ante tanta
experiencia no hay toro, por más bravo
y remontado, que les pueda. “Somos hechura
antigua, amamantados con el pecho y no con el
tarro, criados a punte pinol, tiempos de comida
pura, sin químicos, ahura ni los caballos
son como los de antes, no ve que ya en la yerba
hay tanto fungicida y herbicida”.
Don Cipriano tiene un grato compañero
de la familia de los cánidos con el ingrato
nombre de Mal Pago, acompañante incondicional,
escudero de nevadas y rodadas, Sancho sin cabalgadura.
Como el resto, este chagra es de cara morena
y curtida y la sonrisa tan luminosa e irregular
como los glaciares del vecino Antisana. Además,
tras de sí arrastra tres generaciones
más de chagras y guaguas chagritas. Es
una familia entre una asociación que
cría ganado bravo y cada mes suben una
veintena de montados a rodearlos y encorralarlos.
"El negocio es malo, pero la afición
empuja", en otras palabras, es una actividad
que no llena el bolsillo pero si el corazón
y... que vale más.
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