Escudriñando
en la historia de los primeros naturalistas
y científicos de nuestro país
nos encontramos con la Historia Natural, el
tomo 1 de la gran obra la Historia del Reino
de Quito en la América Meridional, escrita
en la década de 1770, por uno de los
pioneros olvidados: el padre Juan de Velasco.
Esta última es una publicación
muy controvertida debido a la inclusión
del episodio sobre los shyris. Por ello, la
mayoría de los críticos, inmersos
en la encendida polémica, simplemente
se olvidaron de la primera parte: la Historia
Natural. Los pocos que se fijaron en ella como
Jacinto Jijón y Caamaño, la encontraron
tan insignificante y llena de mentiras, que
apenas se dignaron comentarla.
En 1789, Juan de Velasco envió desde
Italia el manuscrito de toda su obra a la Corona
española, solicitándole su impresión.
La Corona pidió a su vez su opinión
a la Academia de la Historia. En el informe
final se aprobó su publicación,
pero con sugerencias editoriales y correcciones
históricas. No sabemos qué sucedió
luego. Parece que Velasco no hizo corrección
alguna y poco después murió. Por
lo demás, la Corona española jamás
publicó la Historia del Reino de Quito.
En todo caso, sobre la Historia Natural, la
Academia dijo que era “muy imperfecta
e inexacta en las descripciones”, y recomendó
que más bien se la publique como un apéndice
de la monumental obra del jesuita. Es posible
que Velasco haya escrito sus disquisiciones
naturales de memoria, como aparentemente lo
hizo con el resto de su obra. Pero en el caso
de la Historia Natural, su memoria se afinca
en la vivencia: sus diálogos con la gente
y sus excursiones por el paisaje ecuatoriano
(él mismo señala que cruzó
varias veces “de la una a la otra parte
de las cordilleras”).
No se puede negar que haya muchas imprecisiones;
pero en general se trata de agradables e ingenuas
“mentiras”, recogidas a menudo del
vulgo que inquiere, experimenta y explica de
mil maneras las propiedades de los minerales,
la flora, la fauna y lo inusual de ciertos fenómenos
naturales. Por citar algunos ejemplos, hay en
la Historia Natural enfermedades que se adquieren
con solo pasar bajo un árbol, plantas
que se originan de insectos y pájaros
que nacen de plantas (zoófitos), culebras
que se originan de mechones de pelo, entre otros.
…el bejuco llamado tamshi. Este es delgado,
obscuro, fortísimo, y muy largo, del
cual hacen los indianos de Maynas petaquillas,
canastos, y otros utensilios de mucha duración,
que he visto. Nace este bejuquillo de un hormigón,
grande como cuatro dedos, llamado ínsula,
cuyo aguijón venenoso causa una calentura
que hace delirar 24 horas. Cuando este se conoce
ya viejo, se entierra del mismo modo que el
antecedente, y se divisa como aquel a los principios.
Dan fe, y testimonio de estos los misioneros,
por su frecuente ocular experiencia.
…el pajarillo de Barbacoas. Este raro
y vistoso fenómeno proviene de un árbol,
de cuya flor sale por fruto el pequeño
embrión, de poco a poco se va formando,
y perfeccionando, en verdadero, y viviente pajarillo.
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el artículo completo en la edición
No 7
de ECUADOR TERRA
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