N° 37 Septiembre - octubre de 2005
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Texto Nicolás Cuvi
Foto Archivo Histórico del Banco Central del Ecuador

Dos cajones con semillas de eucalipto

Los eucaliptos llegaron a los Andes equinocciales a mediados del siglo XIX y fueron entregados al presidente Gabriel García Moreno.

Los eucaliptos son muy comunes en el paisaje interandino del Ecuador. Ordenados plantíos ocupan pequeñas, medianas y grandes extensiones en valles y laderas, o decoran caminos, bordes de propiedades, jardines, quebradas... Algunos solitarios, por erguidos e imponentes, parecen los verdaderos padres de todos los árboles; recuerdo que un día abrazamos el tronco de uno entre ocho personas y no conseguimos rodearlo...

Tan comunes son los eucaliptos en la Sierra que se piensa que son árboles nativos; así de integrados están. Y por eso difícilmente se cree que fue hace menos de 150 años cuando las raíces de estas plantas tuvieron su primer encuentro con tierra ecuatoriana. En efecto, las dos primeras cajas de semillas de estos ya familiares árboles aromáticos, de corteza endeble y madera dura, tras salir de Australia y hacer una escala en Europa, llegaron a los Andes equinocciales para ser entregados, a mediados del siglo XIX, a nuestro mismísimo presidente, Gabriel García Moreno.

Pero ¿por qué los recibió?, ¿fue acertado hacerlo?, ¿qué nos heredaron? Para contestar estas preguntas, revisemos un poco de historia:

Emulación y progreso

Desde tiempos coloniales, el paisaje de la Sierra había cambiado mucho. En el valle de Machachi, pocas décadas después de la fundación española de Quito, los bosques prácticamente habían desaparecido. Los investigadores han determinado que esta fotografía, de autor anónimo, fue tomada entre 1919 y 1939 en los alrededores de la ciudad de Cuenca. Se observa una familia que posa en medio de un camino bordeado por eucaliptos jóvenes.

La situación era dramática en sitios donde la aridez ya corroía la tierra. Para el siglo XIX era imperante encontrar una solución al problema de la reposición de la materia vegetal en el callejón interandino o la crisis energética y de materiales para la construcción podría ser fatal. La gente presionaba los remanentes boscosos cercanos, cada vez más escasos, y también los bosques de frontera, cada vez más lejanos.

Como solución. Gabriel García Moreno aceptó introducir especies exóticas forestales recomendadas por científicos de las metrópolis europeas. Y así, en mayo de 1865, la Sociedad de Aclimatación de París le remitió “dos grandes cajones con abundantes y variadas semillas de eucalipto”. Nicolás Martínez abrió los cajones por encargo del Presidente e inició la siembra. Al respecto contó que “Sea por falta de prolijidad en el empaque, o por el largo tiempo que tardaron en llegar los cajones a causa del invierno o, en fin por falta de cuidado en las almácigas, pocas fueron las semillas que germinaron, y entre ellas pude conseguir que nacieran dos plantas de eucalipto gigantesco y una de eucalipto longifolia.”

 

Lee el artículo completo en la edición No 37 de ECUADOR TERRA INCOGNITA

 


 


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