Las
historias amazónicas son difíciles
de reconstruir. La excesiva humedad y la movilidad
de los ríos que todo lo descomponen
y lo cambian; la fortaleza de la flora que
todo lo cubre; la ausencia de culturas con
escritura y que reconstruyan sus propias historias;
la movilidad de los habitantes y el imaginario
español y criollo que escribió
la historia de la Colonia y la República,
se encargan de las confusiones.
Los primeros 12 siglos
Lo más probable es que lo que hoy es
la zona extrema, al sur de la provincia de
Zamora Chinchipe y siguiendo el río
Zamora hasta Bomboiza, haya sido el escenario
inicial del asentamiento shuar, hace más
de 1 250 años. Desde ese centro, los
shuar establecieron relaciones con pueblos
similares que se habrían extendido
hacia el Alto Marañón (donde
hoy habitan los awajun, shiwiar y achuar),
y hacia los Andes con los paltas. Desde ese
mismo sector amazónico, es también
probable que hayan emprendido las expansiones
hacia el norte, hacia Morona Santiago, en
contactos importantes con el pueblo Cañari
que ocupaba varios pisos altitudinales, siguiendo
el río Paute y en el entorno del volcán
Sangay.
La proximidad andino-amazónica de la
cordillera del Cóndor configura la
extrema diversidad de este pueblo en permanente
movimiento y en esporádicos enfrentamientos
armados entre familias y con los grupos de
similar lengua. Están en diferentes
pisos y ambientes; consumen diversos recursos
y tienen influencias de las frías montañas
y de las selvas tropicales. Es posible que
la relación con los Andes, en las rutas
del oro, del algodón, de los alucinógenos
y de las hierbas medicinales, haya sido una
constante que los incas equivocadamente intentaron
dominar por la fuerza. Los españoles
también llegaron tras la ruta del oro
y, en este caso, no se equivocaron. No en
vano Nambija, el polo del oro en la década
de 1980, fue el nombre que pusieron a esta
provincia, y no en vano fundaron varias poblaciones
bajo el nombre de Sevilla de Oro. Además
de las incursiones por el Chinchipe, descendieron
desde Loja y Azuay.
Sus asentamientos fueron aceptados mientras
duraron los acuerdos del mutuo darse, pero
luego, cuando la necesidad de lavar oro con
mucha mano de obra o encontrar yacimientos
requerían sistemas de tributos y esclavitud,
la rebelión no se dejó esperar.
En 1598-1599 una ofensiva guerrera destruyó
Logroño. Los siguientes 300 años
fueron de relaciones esporádicas e
intentos constantes de grupos religioso-militares
de asentarse. Muy pocos pueblos colonos, como
Macas, vegetaron en una isla verde e inhóspita,
viviendo con el temor y la necesidad de la
guerra. En estos años se configura
el colono amazónico en términos
estrictos, el que necesita de alianzas con
los shuar para sobrevivir en un mundo desconocido.
Trescientos años configuran una combinación
de unos y otros, un intercambio de saberes
y gustos, un aprendizaje. No hay que exagerar,
sin embargo, las relaciones son epidérmicas.
unos y otros se afirman en la confianza de
sus culturas y sus espiritualidades.
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No 36 de ECUADOR
TERRA INCOGNITA |
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