Los
tiburones son ágiles y eficientes predadores
marinos que mantienen en equilibrio las poblaciones
de sus presas, eliminan organismos débiles,
enfermos y cadáveres que podrían
causar enfermedades. Si buscamos animales
de roles ecológicos similares en los
ecosistemas terrestres podríamos pensar
en carnívoros tales como el león,
el puma, los osos o los lobos.
El temor natural que los seres humanos sentimos
hacia los depredadores nos hace pensar en
ellos como organismos muy fuertes, casi invulnerables,
de instintos exterminadores y sanguinarios.
La realidad es que, al encontrarse en la cúspide
de la pirámide alimenticia, los predadores
dependen del buen funcionamiento de los escalones
inferiores. Generalmente se trata de animales
de gran tamaño y crecimiento lento,
de gran longevidad y madurez sexual tardía,
con bajo éxito reproductivo y altas
tasas de mortalidad. Estos factores, sumados
a las características de su hábitat,
disponibilidad de alimentos, comportamientos
territoriales, enfermedades, entre otros,
limitan el tamaño de sus poblaciones
y los hacen altamente vulnerables a la extinción.
Cuando los depredadores disminuyen, inmediatamente
se alteran las relaciones entre los otros
organismos, produciéndose alternativamente
drásticos aumentos y disminuciones
de comunidades, escasez de alimentos, epidemias,
en fin, un desequilibrio que puede desencadenar
consecuencias fatales para el ecosistema.
Los tiburones son peces cartilaginosos emparentados
con las rayas, que han estado presentes en
la tierra desde hace más de 450 millones
de años. Se han adaptado a casi cualquier
ecosistema marino, desde aguas someras y cálidas,
alta mar, arrecifes coralinos y aguas frías.
Algunas especies pueden remontar los cursos
de ríos de agua dulce, y otras permanecen
en pantanos de mangle.
En el Ecuador se puede encontrar alrededor
de 37 especies de tiburones, entre ellos el
tiburón blanco (Carcharodon carcharias),
cuyo ciclo de vida nos servirá para
ejemplificar el de otros similares: aunque
no hay estudios fehacientes, se cree que viven
entre 30 y 40 años y alcanzan la madurez
sexual cerca de los 20 años. La fertilización
es interna y su reproducción ovovivípara,
es decir que los huevos fecundados se desarrollan
en el interior del tracto genital de la madre,
de donde emergen entre 4 y 10 individuos con
todas sus estructuras formadas. Si los recién
nacidos sobreviven, tendrán que esperar
20 años más para reproducirse,
si logran escapar a las amenazas naturales
y a la pesca.
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el artículo completo en la edición
No 35 de ECUADOR
TERRA INCOGNITA |
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