N° 33 Enero - febrero de 2005
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Texto Alexandra Quiguango
Foto Luis A. Coloma / Hyla Imágenes

Sapos ¿buenos progenitores?

Epipedobates anthonyi cuidando la puesta depositada en una hoja de bromelia de los bosques de Zarayunga, provincia de El Oro.

Los primeros vertebrados que colonizaron tierra firme fueron los anfibios. Al hacerlo, algunos de sus descendientes, los anuros (sapos y ranas), se tornaron especialistas en dejar descendencia. Seguramente por esto son el grupo de vertebrados terrestres con el mayor registro de formas de reproducción. Y para nuestra fortuna, la mayor diversidad de formas reproductivas de anuros está localizada en los trópicos.

Por ejemplo, en Estados Unidos se conocen solamente cuatro modos reproductivos para los anuros, de los cuales el más común (90%) es el de tener huevos y pasar por el estado de renacuajos (uillis). En contraste, en una pequeña localidad llamada Santa Cecilia, cerca de Lago Agrio (Nueva Loja, Ecuador), se han registrado más de diez modos, y solamente el 37% de las especies halladas en esta localidad se reproducen mediante huevos y uillis en charcas.

No obstante, esta última es una de las formas de reproducción más conocida. Seguramente usted habrá visto uillis nadando a su suerte en pozas y ríos. Pero, ¿alguna vez se ha preguntado cómo llegaron hasta allí?. Una vez que se produjo el abrazo nupcial, hay ciertas especies de ranas que depositan los huevos en pozas, unas prefieren aguas estancadas y otras aquellas en movimiento; también hay las que escogen los charcos temporales de la época lluviosa.

A menudo las puestas acuáticas pueden llegar a ser muy numerosas, tal es el caso del sapo gigante (Bufo marinus), que deposita hasta 35.
000 huevos por vez.

Los huevos también pueden ser depositados fuera del agua en cantidades relativamente pequeñas. Las ranitas payaso de Sarayacu (Hyla sarayacuensis) los colocan en la vegetación por sobre las pozas. Sus crías se desarrollan y, una vez que se han convertido en pequeños uillis, caen al agua donde continúan su ciclo.

Otras ranas han desarrollado formas más sofisticadas de dejar descendencia, algunas de ellas ligadas al cuidado de sus hijos. El cuidado parental ocurre en especies que tienen pocas crías, y éste, sin duda, tiene la gran ventaja de incrementar las posibilidades de supervivencia de la progenie.

Un caso extraordinario (y familiar para quienes vivimos en los Andes) es el de la hembra de la rana marsupial andina (Gastrotheca riobambae). Ella incuba unos 130 huevos en una bolsa de su espalda, por un lapso de aproximadamente tres meses. Transcurrido este período, los huevos se transforman en uillis, los cuales son depositados en pozas de agua estancada. Por su parte, la Gastrotheca plumbea, un pariente cercano de la rana marsupial andina, también incuba sus huevos en una bolsa, pero luego de un tiempo no emergen uillis sino ranitas.

En las ranas venenosas de la familia Dendrobatidae, la puesta puede ser cuidada por el padre (algo poco usual en el reino animal), la madre, o por ambos, y varía según la especie. Durante el desarrollo de los huevos, estas ranitas son fieles a sus puestas y las defienden intensamente de otras ranas que pueden comérselas.

Lee el artículo completo en la edición No 33 de ECUADOR TERRA INCOGNITA


 



 


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