Las orquídeas han tomado muchas formas.
La gente las identifica con bailarinas, mariposas,
máscaras, insectos, dragones, picos
de aves, fantasmas y personajes de ficción...
Su coloración también es muy
variada: va desde el blanco gélido
de las nieves perpetuas de los Andes hasta
el negro profundo de la noche selvática,
pasando por una impresionante gama que sigue
sorprendiendo a científicos y coleccionistas.
Todo el que observe con calma una de estas
flores la encontrará parecida a cualquier
otro elemento de la realidad o de la fantasía.
Por esto, la imaginación ha volado
a la hora de pensar en el nombre de las orquídeas
(como lo veremos más adelante).
La mayoría de orquídeas muestran
hasta cinco colores diferentes, todos ellos
íntimamente relacionados con sus polinizadores.
Las flores blancas son fecundadas por polillas
atraídas por la fragancia que emite
la planta al amanecer; las flores rojas y
naranjas son visitadas por picaflores y las
de tonos oscuros emanan olores que a los humanos
nos parecen nauseabundos, pero que fascinan
y atraen a moscos y mosquitos.
El tamaño de las flores no es uniforme,
las más pequeñas suelen medir
cinco milímetros y las más grandes
pueden llegar a tener una longitud de treinta
centímetros; muchas inflorescencias
(conjunto de flores) llegan a medir hasta
dos metros de largo.
La floración no es regular: algunas
especies florecen durante todo el año,
otras lo hacen cada tres o seis meses, e inclusive
hay aquellas que florecen solamente una vez
al año. La duración de las flores
va desde los dos meses hasta un solo día.
Para dar nombre a los géneros y especies
de las plantas se toman en cuenta características
organológicas internas y externas (forma
y número de pétalos, colores,
texturas, entre otras). También se
las bautiza bajo el nombre de personajes importantes,
o con el nombre de su descubridor, todos ellos
latinizados y aprobados por el Jardín
Botánico de Misuri.
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el artículo completo en la edición
No 31 de ECUADOR
TERRA INCOGNITA |
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