Esta
exuberancia y armonía contrastan dramáticamente
con lo que encontramos en las partes bajas de
la cordillera, especialmente en el lado ecuatoriano:
pelados pastizales originados en la política
de “fronteras vivas” promovida por
el Estado en los años ochenta a raíz
de los incidentes de Paquisha, y que amenazan
con extenderse a toda el área debido
a la colonización descontrolada y a la
adopción de formas de vida “colonas”
por parte de los shwaras; ríos contaminados
por el mercurio que se utiliza en la actividad
minera, cada vez mayor, en las laderas occidentales
de la cordillera; suelos pobres a tal punto
que las fincas creadas apenas hace unos pocos
años ya están siendo abandonadas.
Opciones de conservación
Uno
de los principales problemas con que se enfrenta
cualquier actividad que se pretenda realizar
en la zona es la existencia, de lado y lado
de la frontera, de minas antipersonales en cantidades
y distribución desconocidas. El desminado
ha comenzado, pero es un proceso largo y costoso,
por lo que al momento se ha concentrado en las
zonas donde hay que establecer los hitos fronterizos.
Sin embargo, por parte del Perú, el proceso
de establecer una reserva está bastante
adelantado. De hecho, ya se han creado 4 reservas
en la región fronteriza: el Parque Nacional
Cerros de Amotape, el Santuario de los Manglares
de Túmbez, el Coto de Caza El Angolo
y el Area Reservada de Túmbez.
Si bien ninguna es colindante con el Ecuador,
forman parte de la estructura en que el Parque
de la Paz se articularía: la Reserva
de la Biósfera del Noroeste.
En cambio, en el Ecuador el avance y coordinación
del proceso parece ser bastante menor. Según
Ramiro Dávila, Director General de Medio
Ambiente del Ministerio de Relaciones Exteriores,
no existe nada más que la propuesta enviada
por los garantes y el único avance al
respecto ha sido la comunicación verbal
a la Ministra de Medio Ambiente acerca de la
necesidad de un diagnóstico de la zona.
Nadie
parece saber que dicho diagnóstico ya
existe. La Corporación Ornitológica
Ecuatoriana (CECIA) realizó un estudio
de prioridades de conservación en la
región sur del país. El área
con mayor prioridad resultó ser justamente
la cordillera del Cóndor. Otro estudio
posterior realizado por la misma CECIA concluye
que la categoría de manejo adecuada para
el área es la de Parque Nacional, y que
éste debería incluir todas las
partes altas, así como los declives norte
y occidentales de la cordillera. Otra propuesta,
que no se contrapone con la anterior, es la
de la creación de la Reserva de la Biósfera
Tayu Waa presentada por la Federación
Shwar, que incluiría las 300 mil hectáreas
de su territorio y tendría como núcleos
la cordillera del Cóndor y la del Cutucú,
un poco más al norte. Esta opción
de manejo sería adecuada por su versatilidad:
las reservas de la biósfera pueden incluir
varios tipos de reservas y varios niveles de
actividad humana dentro de sí, y son
parte de una red promovida por la UNESCO para
viabilizar el desarrollo sostenible y la conservación.
Los pueblos shwar también han manifestado
su interés en ser, junto con algún
organismo especializado, los responsables del
manejo de la reserva que se cree. No cabe duda
de que el éxito de cualquier esfuerzo
de conservación depende del nivel de
participación y beneficios que tengan
los pobladores de la zona, y 7 mil de los 12
mil habitantes de las estribaciones del Cóndor
son shwar.
La
coyuntura de la z brinda una oportunidad inmejorable
para lograr importantes objetivos: el acercamiento
entre Ecuador y Perú, la conservación
de una de las áreas más diversas
y hermosas del mundo, el desarrollo de los pueblos
de la zona fronteriza con dignidad y la preservación
de sus culturas. La creación del Pare
Naciona1 Cordillera del Cóndor se muestra
como la mejor herramienta para hacerlo.
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