N° 28 Marzo - abril de 2004
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Texto Victoria Chávez
Foto Pete Oxford

Charapas

La población de la tortuga común de la Amazonía (Podocnemis unifilis) se ha visto mermada por factores ambientales, pero principalmente por el Ser Humano, que las ha cazado y ha contaminado muchos de los ríos y lagunas en donde esta especie solía y suele vivir.


La primera vez que visité la Reserva de Producción Faunística Cuyabeno tuve la sensación de estar en el Paraíso y no saber si todo lo que veía era realidad o sueño.

Navegar por ríos de aguas negras que, como espejos, reflejan la vegetación del bosque tropical, sentir el olor a selva y oír miles de sonidos de insectos y animales que se funden con el viento, era
para mí el mejor de los premios.

En la orilla de una playa de arena vi unos objetos redondos, de unos 35 cm de diámetro y parecidos a piedras, que se sumergían en el río cuando la canoa se les acercaba. También noté que varios de ellos descansaban sobre troncos y ramas que emergían del río, desde donde, igualmente, se dejaban caer al agua a medida que nos íbamos aproximando.

Eran las charapas, tortugas de agua dulce, de cuya especie me interesaba la forma en que distribuyen sus nidos y sus patrones reproductivos.

Existen dos especies de tortugas charapas: la charapa o tortuga común de agua dulce (Podocnemis unifilis) y la charapa grande o puca (P. expansa), que habitan en lagunas y brazos de ríos caudalosos que forman las cuencas hidrográficas del Amazonas y el Orinoco.

A pesar de que se las conoce como la tortuga común de la Amazonía, su población en las últimas décadas se ha visto afectada por factores ambientales, tales como las crecientes de los ríos y, principalmente, por la presencia del ser humano. Las comunidades indígenas y colonos de la zona consumen indiscriminadamente los huevos y la carne de estas especies.

La especie más rara de estas, la P. expansa (puca), en estado adulto es una de las más difíciles de encontrar, ya que por su tamaño, aproximadamente un metro de diámetro, ha sido prácticamente exterminada; es muy visible ante los ojos del ser humano y brinda más alimento (en carne y
huevos) que la pequeña.

Un dato que describe lo dicho es que entre 1995 y 1996 se econtraron 315 nidos de Podocnemis unifilis (charapa común), y únicamente tres nidos de Podocnemis expansa (puca), sin haber observado ni un solo individuo de estas últimas en estado natural.
Hoy en día, la P. expansa es considerada una especie en vías de extinción por la UICN (Unión Mundial para la Naturaleza), mientras que la P. unifilis es categorizada como una especie vulnerable.
La linterna

La cacería de charapas aumentó con la introducción de la linterna como implemento de trabajo para las comunidades indígenas, ya que facilitó la búsqueda de estos animales que desovan por la noche en las playas de los ríos en época seca (octubre a diciembre).

Los indígenas capturan fácilmente a las charapas al momento de la postura, porque la hembra está indefensa junto a sus huevos.
Además de sus huevos y su carne, toda la tortuga es aprovechada para la producción de aceites y grasas, productos que aparte de servir como alimento, son aprovechados para la producción de cosméticos, jabones, cremas y aceites para el embellecimiento de la piel.

En la actualidad se las encuentra únicamente en zonas protegidas o poco accesibles, como la Reserva Faunística del Cuyabeno, donde, a pesar de la prohibición, las tortugas son depredadas por las noches en época de postura de huevos.

Lee el artículo completo en la edición No 28 de ECUADOR TERRA INCOGNITA

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CONTENIDO REVISTA 28