Todo
aquel que haya dado unos pocos pasos en alguno
de los grandiosos bosques del Ecuador se habrá
conmocionado por la fuerza y la diversidad de
la vegetación de la selva húmeda.
Sin embargo, en la mayoría de los bosques
situados en los trópicos, raramente se
ven animales. Hay diferentes causas para ello:
la mayoría de los mamíferos, como
el jaguar, el puma o el tapir, evitan al hombre;
la densidad de individuos en los bosques tropicales
por lo general es baja, además de que
muchas especies son nocturnas o habitan en las
copas de los árboles. Todas estas características
dificultan el trabajo de los zoólogos
y hacen que tome mucho tiempo.
Esto se debe en parte a que los bosques tropicales
se encuentran entre los ecosistemas más
ricos en especies de la Tierra, aseveración
que rige sobre todo para el gigantesco grupo
de los insectos: escarabajos, mariposas, chinches,
hormigas, avispas y muchos otros. Prácticamente
de cada categoría de insectos, los zoólogos
han descrito hasta ahora solamente una pequeña
parte de las especies tropicales, y es que también
para los insectos vale la afirmación:
muchos son activos de noche o viven en lo alto,
en la copa de los árboles.
Sin embargo, en cuanto se empieza a caminar
por la selva amazónica y se escucha con
atención, o sea por una vez “se
ve con los oídos”, la percepción
cambia: el planeta verde se transforma en la
sala de ópera más grande del mundo.
La selva se convierte en una impresionante representación
de “Don Juan” o de “El barbero
de Sevilla”. Pájaros, ranas y mamíferos
son los cantantes, toman las arias de Fígaro,
de don Juan o de Rosina, a veces incluso se
los puede ver en ese gigantesco escenario al
aire libre. Pero la orquesta sinfónica,
como en la Scala de Milán, permanece
escondida en el foso de la orquesta: miles de
insectos cantores, chirriantes, crepitantes,
y violinistas, son los verdaderos músicos
de la selva. Durante el día son sobre
todo las chicharras las que determinan el cuadro
acústico; después de la caída
de la noche, asumen sus papeles los grillos
y saltamontes.
Los grillos machos producen tonos con sus alas
a fin de atraer a las hembras de su misma especie
y estimularlas a la cópula. Las alas
de los grillos machos se han transformado en
eficientes membranas para difundir el sonido:
un ala raspa a la otra como el arco sobre un
violín, una viola o un contrabajo y,
con la ayuda de las membranas, el sonido se
aumenta con efectividad. Los grillos son entonces
los instrumentos de cuerdas en la orquesta tropical.
Cada especie de grillo posee un canto propio
que lo caracteriza, que solo es entendido por
las hembras de la misma especie. Por esta razón,
jamás en una misma región dos
especies distintas de grillos producen el mismo
canto. Este hecho inspiró a los biólogos
en la idea de utilizar a los grillos para estudios
ecológicos. Dado que cada canto es un
indicador de la presencia de una especie en
una región que se halle bajo estudio,
el investigador de grillos solo necesita contar
los diferentes cantos para deducir la diversidad
de especies en una zona.
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