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Por Patricio Mena Vásconez
Foto Jorge J. Anhalzer / Archivo Criollo

La biodiverciudad de Quito
continuación (3 de 3)

El convento de San Francisco de Quito alberga diferentes árboles y arbustos, algunas veces propios y otras veces adoptados.

La biodiversidad de Quito es, entonces, un reflejo urbano de lo que pasa en todo el país: condiciones especiales para tener un montón casi infinito de especies, sitios donde todavía se pueden ver ejemplares espectaculares de ellas, pero también un muestrario de lo poco que todo esto les importa a las personas directamente relacionadas. Lo que le pasó a la 6 de Diciembre, ahora Ecovía, es paradigmático. De acuerdo, había que remodelarla para que pudieran circular los troles, pero ¿era forzoso deshacerse completamente de todos los árboles de los parterres, esos hermosos molles que habían adquirido figura de túnel por el paso de los buses y. camiones? ¿Es necesario emprender contra los sauces de la Gaspar de Villarroel de la manera bárbara en que lo hacen los jardineros municipales, exterminando toda la gracia de una de las avenidas más bellas del norte? ¿Cuántas personas están dispuestas a diseñar sus casas y edificios para mantener las araucarias y cipreses gigantes, como lo han hecho personas encomiables en la Reina Victoria? ¿Quién está presto a poner y cuidar el césped en sus aceras en vez de encementar hasta el último milímetro cuadrado? ¿Cuántos dueños de jeeps y buses piensan antes de treparse salvajemente al parterre aplastando todas las plantas, con tal de librarse, del atolladero de tráfico que se ha formado un poco más adelante?

Pero no todo es malo, por supuesto. El Municipio del Distrito Metropolitano, especialmente, pero no sólo en esta administración, está dando pasos muy prometedores para lograr que “la cara de Dios” esté limpia y sea agradable. Entre otras cosas, está rediseñando los parques grandes y pequeños (vean lo que ya pasa en el parquesito de la 9 de Octubre y Carrión) para que cumplan mejor con sus cometidos de recreación y encuentro con la naturaleza. Tuve el gusto de participar en la propuesta de rehabilitación del Parque Inglés y de La Carolina. Después de poco, ojalá, estos parques y varios otros en toda la capital tengan otra faz. Pero no solo es cuestión de rediseñar los parques. La cosa va mucho más allá: se necesita generar “ciudadanía” en la ciudadanía.

Con las ciudades sucede algo paradójico: se dice que no se ama lo que no se conoce. Pero la gente que ha nacido y vivido en Quito desde siempre, ¿no la conoce y, por tanto, no la ama?

Talvez por ahí podemos comenzar: conociendo real y profundamente nuestra ciudad más allá de lo que vemos todos los días desde las ventanas de nuestros carros y buses, regresando (o yendo por primera vez) a los museos, conventos y, sí, a sus plazas y parques también, viendo lo lindo que debemos potenciar y lo feo que debemos reparar, y contribuyendo, aunque sea al mantener nuestro jardín o nuestras macetas, llenos de vida y color. Como un pequeño incentivo en este sentido, aquí pueden encontrar una tabla para que empiecen a reconocer en sus barrios algunos ejemplos representativos de los árboles de nuestra notable y amenazada biodiverciudad.

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CONTENIDO REVISTA 19

 

 

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