Finales
del siglo XVI, época de la llegada de
los españoles a Sudamérica. Nos
encontramos en un tiempo de evangelización
intensiva en el continente, labor fundamental
de los ibéricos para el gobierno de las
tierras recientemente “descubiertas”.
En este clima, los españoles traían
los símbolos religiosos importantes para
su devoción, cargada con su propia cultura
popular. Uno de los más fuertes y difundidos,
entonces y hasta la actualidad, era la imagen
de la virgen María, misma que ha provocado
siempre polémicas controversias debido
tanto a los variados eventos asociados a su
presencia, como a las grandes críticas
que suscita su imagen en otras religiones.
El primer santuario que se construyó
en la América hispana fue el de la Virgen
de Guadalupe en México, el cual conforme
ha pasado el tiempo ha seguido acentuando su
popularidad y devoción entre mexicanos
y extranjeros, habiéndose convertido
prácticamente en un símbolo de
identidad nacional. Así mismo llegó
su devoción al Ecuador. En Guápulo,
desde 1561 se veneraba una pintura de la Virgen
hasta que, 20 años después, un
grupo de comerciantes y notables fundó
la Cofradía de la Virgen de Guadalupe,
y fue don Diego de Robles, un mentado escultor
español de imágenes religiosas,
quien la talló hacia el año de
1587. A partir de ese momento, Guápulo
empezó a recibir un inusitado oleaje
de peregrinos que acudían a su santuario
a venerar la imagen, incluido el entonces obispo
de Quito, fray Luis López de Solís,
quien tenía a éste como su lugar
favorito de visita a la Virgen y peregrinación.
Sabiendo de la capacidad milagrosa de la Virgen,
los indígenas de Lumbisí, un poblado
vecino al valle de Cumbayá, pidieron
a Diego de Robles que les esculpiera una para
ellos adorarla en su caserío, esperando
que fuera igualmente milagrosa. Éste
accedió; sin embargo, una vez terminada
la obra, los indígenas no tuvieron con
qué pagar, razón por la cual Robles
tuvo que buscar nuevos interesados para su reciente
trabajo. Cabe mencionar que, casualidad o no,
cuatro de las vírgenes más veneradas
y respetadas actualmente en el país fueron
esculpidas por este artesano español:
la Virgen del Cisne (en la provincia de Loja),
la Virgen de Cicalpa (en Chimborazo), la Virgen
de Guápulo (cuya imagen original se quemó
en el funesto incendio del santuario a finales
del siglo XIX) y la Virgen de El Quinche.
¿La Virgen de El Quinche o de Oyacachi?
Para estos tiempos Oyacachi, un pequeño
pueblo indígena ubicado en las estribaciones
de la cordillera Oriental, al este de Quito,
se encontraba amenazado por una temible plaga
de osos que había dejado como saldo la
fatal pérdida de varios niños,
lo cual obligó a sus habitantes a mudarse
de sector en varias ocasiones.
Cuenta la leyenda que en el momento más
crítico, los oyacachenses se vieron en
la urgencia de buscar algún lugar que
los mantenga a salvo de los temibles osos, protección
que encontraron en una caverna de formación
natural. Un día, de manera casual y misteriosa
pasó por ahí una hermosa mujer
de rasgos extranjeros, tez blanca y largos cabellos,
con un niño en brazos.
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No 18 ECUADOR TERRA
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