La
fiesta de Corpus Christi es una de las más
importantes del catolicismo romano y tal vez
la que exhibe más manifestaciones de
religiosidad popular, a menudo derivadas de
los festivales ígneos del solsticio de
verano europeo. En Ecuador se la celebra hasta
en los pueblos más pequeños, entremezclada
con rituales indígenas de raigambre precolombina.
A nivel urbano, la fiesta de Cuenca es sin duda
la más tradicional, y con una interesante
particularidad: se celebra durante siete días
(de allí su nombre de septenario), en
los que se hace derroche de pirotecnia y comidas
de la ocasión. En su actual estructura,
cada día está patrocinado por
sectores prominentes de la sociedad cuencana,
que financian los gastos en calidad de priostes
o diputados. Así, el viernes pertenece
al clero, el sábado a los empleados de
banco, el domingo a los obreros, el lunes a
las señoras, el martes a los comerciantes,
el miércoles a los agricultores, y el
jueves a los doctores (médicos y abogados).
Desde 1880, el viernes siguiente, del Corazón
de Jesús, está auspiciado por
los niños de la ciudad.
El día de cada grupo comienza realmente
en la noche anterior, con las vísperas
en el parque central. Desde temprano se congregan,
con su arsenal de luz y ruido, los “cueteros”,
que montan un escenario único de distracción,
complementado con la venta de dulces de corpus,
y la presencia de ruleteros, bandas locales
y puestos de venta de aguardiente. La gente
colma el parque y los portales, atenta a los
fuegos pirotécnicos y a la quema de los
castillos (generalmente cuatro), el episodio
más importante de la noche de luces.
La quema del último castillo, hacia las
22h00, señala el fin del evento, y la
gente se retira paulatinamente a sus hogares.
A la mañana siguiente se celebra una
misa con sermón dedicado al grupo auspiciador,
y el Santísimo queda expuesto por el
resto del día para ser visitado por fieles
y cofradías. Alrededor de las 17h00 tiene
lugar el Cerrame que, como su nombre lo indica,
cierra el día del grupo pertinente. Consta
de tres partes: un sermón sobre aspectos
de la vida de los patrocinadores, la bendición
con el Santísimo, y la procesión
con la Custodia, alrededor del parque. Los fuegos
artificiales que siguen, pertenecen ya a las
vísperas del siguiente grupo.
Un examen atento de los eventos de la tarde
muestra el desarrollo de dos ritos análogos,
que ocurren en la Catedral y en el parque como
si el uno tratara de replicar al otro. He llamado
a estos ritos religioso y secular, respectivamente.
El rito religioso gira en torno a la Custodia
que aloja al Santísimo Sacramento, que
es atendida por especialistas del culto, que
son los sacerdotes de la Curia Arquidiocesana.
La gente llena la Catedral, y hay una clara
actitud de glorificación y entrega al
Altísimo en los cánticos entonados
y en el incensamiento de la Custodia (el humo
del incienso en un viejo símbolo judío
de ofrenda a Jehová). La Custodia constituye,
sin duda, un símbolo dominante.
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No 18 ECUADOR TERRA
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