Noviembre de 2001
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Por Julián Larrea
Foto Jorge J. Anhalzer / Archivo Criollo

Achigtaita
continuación (4 de 4)

Según la costumbre salasaca, madre y mujeres allegadas aconsejan al novio sobre cómo debe comportarse en su nueva vida.

La mama kila brillaba cuando entramos a recibir las bendiciones de la parentela del novio. “...Tres personas en una y solo un Todopoderoso bendigan esta unión. Shuk taita, shuk churi y Espíritu Santo rieguen su gracia sobre ustedes ñucanchig guaguakuna...”, eran las palabras que pude rescatar de las innumerables letanías disertadas a toda velocidad, que aconsejaban la fidelidad, el compromiso y la lealtad.

La celebración donde el novio, que para entonces no sabía ni cómo se llamaba, se realizó de la misma manera que donde la novia. Pero ahora nos tocaba a la madrina y mí despedir a los novios. Entregarles nuestras bendiciones y dejarlos “bien changados”, como dicta la costumbre. El gentío se formó a la entrada de la alcoba matrimonial. Invitados, colados, parientes y parte de mi séquito quisieron ver cómo los padrinos impartiríamos la bendición después de changar pierna a pierna, brazo a brazo a los recién casados. Me opuse rotundamente al jolgorio que se empezaba a formar en la habitación y me atreví a pedir el desalojo inmediato, ¡ lluqshi kay manta! diciendo a quienes querían hacerse partícipes en semejante labor. Nos despedimos pues, y deseamos la mejor de las suertes a la joven pareja.

La música seguiría sonando toda la noche y los invitados, unos borrachos, otros bailando y otros comiendo, se quedarían a dormir o se irían a sus casas más tarde que temprano para seguir la fiesta por la mañana. Los padrinos nos fuimos a dormir como perpetrando sigiloso escape. Había que dormir. Al día siguiente bailaríamos por igual. “Has de traer un quintal de pan y algunos baldes de chocolate caliente, esto ha de alcanzar para cuanta gente esté aquí” y así lo hicimos. Luego de despertar a los recién casados, y sin causar ninguna novedad en los invitados sobre nuestra llegada, ya que casi nadie se dio cuenta de nuestra huida la noche anterior, brindamos chocolate con pedazos de pan sumergidos; una especie de chapo que se repartía a los invitados para recibir a los novios en su primera mañana de unión eterna.

Tremendo chuchaqui se manejaba Oswaldo, quien debía bailar con Manuela por vez primera en su matrimonio, como la tradición manda. A mí, por fin me llegó la hora de bailar con la madrina

Glosario de términos en quichua

Achigmama: madrina Achigtaita: padrino
Anaco: falda indígena Alpargates: sandalias
Chumbi: faja Karl: hombre, varón
Mama killa: la luna Ñusta: princesa
Runa: hombre indígena Pungu: puerta
Shuk taita: un padre Shuk churi: un hijo
Tiu: persona mayor Tulpa: fogón
Urna: cabeza Warmi: mujer
Lluqshi kay manta: fuera de aquí
Ñucanchig guaguakuna: nuestros niños

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