Septiembre de 2001
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Por Jean-Marc Touzet
Foto Jorge J. Anhalzer / Archivo Criollo

El recolector del Shiripuno
continuación (3 de 3)

Los ríos de la Amazonía han estado ligados a las culturas orientales. Fuentes de sustento, vías de comunicación y elementos clave de sus cosmovisiones, ahora se ven amenazados por la contaminación que sufren.

Además, algunas de estas compañías introducen armas de caza al área para que sus turistas disfruten de la “aventura” en la selva, para que prueben carne de monte, para que tengan el “gusto” de disparar contra caimanes, de noche, cuando se puede acercar sin problema a estos tranquilos animales y fusilarles a un metro de distancia. Tamaña valentía, tamaña aventura... Esta es la triste realidad. Cuarto, y también hay que decirlo, los propios turistas, ¡tan cuidadosos en sus tierras lejanas, tan atentos a los problemas ambientales! Sin ser debidamente acompañados, se convierten fácilmente en destructores del entorno, y esto lo digo sin cuidado, sin consideración alguna ni de nacionalidad, ni de raza, ni de nivel educativo y cultural.

La legislación ecuatoriana prevé que las compañías turísticas que operan en la Amazonía funcionen bajo ciertas reglas; entre otras, la de tener guías portadores de licencias otorgadas por el Ministerio de Turismo. Los guías nativos, en este caso los huaorani, deben también poseer sus credenciales al día. Tuve la suerte de participar directamente en cursos de formación de guías tanto nativos como de las agencias de turismo y sé perfectamente que la mayoría de los operadores poseen personal calificado, al menos en los puntos técnicos relacionados con el trabajo de guía. Conocen las plantas, las aves, saben la historia de las comunidades indígenas de la zona, saben mucho acerca de la geografía y de la historia del Ecuador. No obstante, deberemos intensificar los esfuerzos sobre aspectos ligados al respeto al medio ambiente y la consideración con el entorno. Es un problema de valoración de sí mismos y de entrega de una buena imagen del país.

¿Cómo queremos atraer visitantes internacionales, cómo queremos atraer divisas, si para acceder a cualquiera de nuestras playas debemos primero atravesar los campos de desperdicios nauseabundos situados de lado y lado de nuestras carreteras y ciudades costeras? Todas, sin excepción, adornan sus entradas y salidas en un cortejo deprimente de plásticos, vidrios, papeles y envolturas azules de racimos de banano.

Ahora esta plaga se ubica también a orillas de nuestros ríos. ¿Quién, a futuro, vendrá a conocer las maravillas de la naturaleza ecuatoriana? Se sueña con el ecoturismo, se menciona esta “industria verde” como el porvenir de nuestra economía una vez que se hayan acabado las bonanzas del petróleo. Ecología, ecoturismo, eco-esto, eco-lo-otro. Es una moda hoy en día poner un “eco” acomodado en todos los discursos, todos los proyectos, todos los letreros publicitarios. La utilización de esta palabra debe ser medida y aplicada a su justo valor.

Eco es la casa de uno, el planeta; ecología es el estudio de la casa (el estudio del planeta). Ecoturismo debe ser el “turismo a través de la casa”, y cualquiera de nosotros respeta su casa, la cuida, no la llena de desperdicios... El eco- turismo, palabra inventada internacionalmente que justifica nuestra intención de atraer hordas de viajeros dolarizados, el ecoturismo, palabra que corre el riesgo de estar desgastada antes de haber sido bien utilizada...

En nuestra recolección de basura en el Shiripuno hicimos ciertamente una acción real de ecoturismo. Todos: guía nativo, puntero, turistas, todos estuvimos involucrados en una tarea necesaria aunque poco agradable. Ojalá otros no tengan, a futuro, que seguir actuando en calidad de “recolectores de basura del río Shiripuno”

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CONTENIDO REVISTA 14

 

 

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