El
Plan de Manejo de la Reserva aparecido en 1992
trataba de conjugar los objetivos de conservación,
turismo, pesca artesanal y pesca industrial;
sin embargo, coincidía con el surgimiento
de la “minería” ilegal de
pepinos de mar. Esta situación inició
un período conflictivo de importantes
cambios sociales en la comunidad pesquera, de
crecimiento desorbitado del número de
pescadores y de embarcaciones, de violentos
choques entre grupos locales y autoridades,
huelgas, ocupaciones y hasta amenazas a la integridad
del Parque y de los animales símbolo
del archipiélago: los galápagos
gigantes.
El crecimiento interno y externo de la explotación
pesquera, por otro lado, puso de manifiesto
el conflicto latente entre pescadores locales
e industriales. Al mismo tiempo que los pescadores
locales, ahora en mayor número y mejor
organizados, exigían los derechos exclusivos
de pesca en el archipiélago, aumentaba
la fama internacional de Galápagos como
uno de los destinos mundiales del turismo submarino,
particularmente para la observación de
especies grandes como mamíferos marinos
y tiburones.
El creciente interés económico
en los recursos marinos del archipiélago,
sumado a una población insular por lo
menos cuadruplicada desde los primeros intentos
de conservación marina, era el panorama
cuando finalmente en 1998, la zona marina adquirió
su estatus definitivo a través de la
Ley Especial de Galápagos: el de una
Reserva Marina. Esta nueva categoría
creada a través de la modificación
de la Ley Forestal reconoce claramente su condición
de reserva de uso múltiple, donde aspectos
tan diversos como pesca, turismo, ciencia, educación
y transporte deben coexistir en forma ordenada.
La elaboración del Plan de Manejo de
la Reserva Marina y el trabajo actual en el
Reglamento Pesquero son esfuerzos pioneros.
Por primera vez en forma sistemática
se han involucrado los usuarios en todos los
procesos de decisión, esta vez para una
zona mucho mayor, de 40 millas náuticas
alrededor de la línea base, dentro de
las cuales está prohibida la pesca industrial.
Esta reserva es la segunda área marina
protegida más grande a nivel mundial,
abarca una superficie mayor a los 133 000 km2,
y tiene una asombrosa diversidad que la convierte
en un tesoro natural. Aquí las corrientes
marinas y afloramientos de aguas frías
de la profundidad producen una variedad de condiciones
oceanográficas, que hacen que las islas
del norte se encuentren en aguas tropicales
cálidas, con una gran abundancia de fauna
representativa de la zona caliente del Pacífico
Tropical. Apenas 90 millas más al sur,
al oeste de la isla Isabela –al nivel
de la línea equinoccial– aguas
muy frías de hasta 15 grados Celsius
llegan a la superficie como afloramientos de
la corriente sub-superficial de Cromwell. En
esta área se pueden observar especies
con afinidad a aguas frías y las mayores
colonias de lobos de dos pelos y pingüinos,
ambas especies endémicas de Galápagos,
pero con origen en el Pacífico Sur y
en la Antártida.
En el sur y este del archipiélago existen
condiciones mezcladas con influencia de la corriente
fría de Humboldt, que baja la temperatura
del agua por debajo de lo que sería normal
para la línea equinoccial. El cambio
anual en la fuerza de los vientos alisios permite
mayor influencia de aguas frías en el
archipiélago en los meses de garúa
entre junio y septiembre, mientras las aguas
calientes de la zona de Panamá pueden
invadir el área entre enero y abril,
cuando típicamente caen las lluvias más
fuertes.
|