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no. 134
diciembre 2024

 

 

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Portada de la revista Ecuador Terra Incognita No. 134: El maní aparece con frecuencia en nuestra arqueología, como en esta botella de la cultura Jama Coaque (350 a.  C.-1532 d.  C.). Foto: Christoph Hirtz / Museo Casa del Alabado.


Portada de la edición actual de la revista Ecuador Terra Incognita

 

 

Carta del editor

Hay algunas plantas que aparecen con relativa frecuencia entre los artefactos arqueológicos de la región andina. Son recurrentes y conocidas las representaciones de alimentos sagrados, relacionados con el origen del hombre, o aquellos que constituyen las bases de la alimentación o de ritos propiciatorios: la yuca, el maíz, el cacao, la papa, la coca... Hay una, sin embargo, que ha recibido menos atención y cuya relevancia simbólica solo ahora está empezando a ser reconocida. Es el maní, cuyos deliciosos frutos se desarrollan bajo tierra y allí permanecen hasta que los excavamos, al igual que las vasijas ancestrales que adorna, o los muertos a los que estas pertenecieron. Al percatarnos de la relevancia que tuvo el maní para nuestros antepasados, quizá apreciemos —eso anhela Lucía de la Torre, autora de nuestro primer artículo— la importancia que tiene en nuestra gastronomía y las posibilidades de sus muchas virtudes.

La arqueología, al ser una de las formas de la memoria, permite establecer estas continuidades culturales allí donde ha habido disrupción. Y disrupción hubo en Estación Carchi cuando hace más de veinte años quedó aislada por una creciente del río Mira que se llevó la vía del tren. En un perceptivo ensayo fotográfico, Andrés Yépez captura el ejercicio cotidiano de memoria y esperanza en que se ha convertido la vida en este pueblo, afectado como muchos por la migración campo-ciudad.

En nuestro artículo final, Naia Andrade se embarca en una canoa por los caños del Yasuní con José Macanilla Grefa, él mismo un repositorio viviente del conocimiento del bosque que le legaron sus antepasados. Ahora José lo comparte con estudiantes y científicos, mientras reflexiona con Naia sobre el futuro de este acervo en un mundo en que los jóvenes han reemplazado las caminatas por el bosque por jornadas ininterrumpidas frente al celular. Eso es también lo que nos inquieta a quienes hacemos esta revista: el vacilante juego entre memoria y continuidad.

 


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