La
historia pasada y futura del río Napo,
el mayor río del Ecuador, estará
siempre marcada por Limoncocha. A pesar de su
cercanía al río, la laguna permaneció
relativamente aislada hasta mediados del siglo
pasado. |
Para
situarnos en el contexto geográfico de
esta zona debemos pensar en la llanura amazónica
de la región del Napo ecuatoriano. El
elemento característico es la gran laguna
de Limoncocha, antiguamente conocida como laguna
de Capacuy, que cubre una superficie aproximada
de dos y medio km2. Hasta mediados del siglo
pasado fue un lugar discreto, conocido sólo
por nativos y habitantes permanentes de "la
ribera", nombre de vieja raigambre que
definía a las márgenes del río
Napo y a los "ribereños" que
las poblaban. La razón es muy simple:
Capacuy está retirada unos kilómetros
al norte del Napo y su acceso no era conocido
sino por los cazadores y pescadores de la zona.
En los años 50 del siglo pasado la laguna
es visitada por misioneros evangélicos
norteamericanos que escogen el lugar para establecer
un centro de investigaciones lingüísticas
y de actividades religiosas. Una década
después se erige la parroquia de Limoncocha
y en la subsiguiente abandonan su centro los
misioneros norteamericanos. En 1985 se crea
la Reserva Biológica Limoncocha como
imperativo para proteger una de los mayores
acervos faunísticos del mundo contra
el indiscriminado avance de vías de comunicación
y la colonización caótica. Actualmente,
el área total de la Reserva se encuentra
dentro del Bloque 15 de concesión petrolera
a cargo de la compañía Occidental.
Rasgos históricos
Tradicionalmente, los habitantes de la ribera
del Napo escogían sus orillas para establecer
sus viviendas, chacras y haciendas. Los "centros"
o lugares selváticos alejados de los
ríos permanecieron deshabitados por siglos;
el caso de los grupos huao que, por aislamiento,
preferían los centros, es diferente y
muy característico de la región
sur del Napo. Por ello, la laguna de Capacuy
y sus inmediaciones fueron siempre despobladas.
Por contraste, desde las primeras crónicas
de la conquista española se habla de
los asentamientos indígenas a lo largo
del río Napo. Esta circunstancia, unida
a las facilidades de navegación que prestaba
dicho río, hizo que las antiguas misiones
de los jesuitas establecieran sus "reducciones"
en lugares estratégicos del río,
comenzando en Puerto Napo hasta llegar al Amazonas
y luego aguas arriba y aguas abajo del gran
Río de Quito.
Uno de aquellos lugares que ofrecían
especiales ventajas por el número de
su población, ubicación y distancia
a otros asientos misionales, así como
por la relativa benignidad de su clima, fue
precisamente el recodo del Napo por donde desemboca
el pequeño Capacuy, nombre que se dio
al asiento misional de los jesuitas desde el
siglo XVII hasta el XIX.
A mediados de los años 50 del siglo XX,
los misioneros evangélicos del Instituto
Lingüístico de Verano (ILV) de la
Universidad de Oklahoma fundaron una base de
operaciones de gran magnitud muy próxima
a Limoncocha y pocos años más
tarde la misión católica de los
Capuchinos se estableció en la isla de
Pompeya situada delante de la boca del río
Jivino, a corta distancia de Limoncocha. Ambos
asientos produjeron un efecto de relativa actividad
y concentración humana en la zona que,
desde entonces, ha venido creciendo y adquiriendo
nuevos aspectos con la presencia de comunidades
indígenas y con el desarrollo de importantes
actividades de la industria petrolera.
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el artículo completo en la edición
No 13
de ECUADOR TERRA
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